miércoles, 23 de noviembre de 2011

tursimo sexual

Habia comprado un consolador enorme de latex

El año pasado por mayo tuve que ir a Madrid para una reunión de trabajo. Como la reunión acababa un viernes, aproveché y me fui a pasar el fin de semana a Barcelona. Tenía muchas ganas de visitar la ciudad. Además tenía un contacto sexual allí con el que follaba a menudo por la red y quería conocerlo en la realidad. Así que el viaje tenía un doble atractivo cultural y sexual.




Tomé el vuelo MAD-BCN el viernes por la tarde. Él me fue a recibir al aeropuerto. Para la ocasión me había vestido con un traje vaquero ajustado y unas sandalias de tacón alto. En el avión me quité las bragas para ir bien preparada para el recibimiento. Yo ya le había advertido que aparcara el coche en el lugar más apartado del parking.

En la terminal del aeropuerto, el recibimiento fue muy formal, un beso en la mejilla, apenas rozarnos las manos, unas sonrisas nerviosas y las palabras convencionales de cómo había ido el viaje.

Cuando llegamos al coche, nos desmadramos, llevábamos un par de meses jugando a través de la webcam casi a diario y teníamos muchos deseos aguantados. Empezamos a besarnos con pasión, a jugar con las lenguas en nuestras bocas, a comernos a besos. Él metió su mano entre mis piernas y encontró mi coño mojado. Yo abrí su cremallera y saqué su polla bien dura y empecé a chupársela. Luego, él me apartó porque no quería correrse aún. Me dio un regalo que había comprado para mi, un consolador enorme de latex. Me pidió que me lo introdujera en mi vagina y lo llevara puesto durante el viaje en coche. Así lo hice y no paramos de meternos mano durante todo el trayecto.

Él era un hombre casado, director de banco, tenía que ser prudente. Así que me llevó a una casa de citas donde no hacía falta inscribirse y reservaban habitaciones por horas. Accedimos al hotel en coche a través de una rampa de bajada al parking donde había una cortina roja que impedía el paso al aparcamiento. El lugar era bastante cutre, pero eso me daba aún más morbo. Allí esperaba el recepcionista de uniforme con chaleco rojo granate. Acordamos el número de horas y tomó las llaves del coche para aparcarlo. Luego vino un camarero que nos llevaría a la habitación. Entramos los tres al ascensor. Era una situación bastante cómica, el camarero franqueando la salida, nosotros a sus espaldas dándonos codazos y mirándonos con complicidad evitando que nos entrara la risa. Antes de salir del ascensor, el camarero se asomó a ambos lados del pasillo para asegurarse de que el paso estaba libre. Parecía uno de “los hombres de Harrelson”. Después nos condujo al dormitorio, nos preguntó si queríamos algo de beber y nos cerró la puerta con llave.

La habitación tenía un espejo muy grande frente a la cama, me imagino que para poder verse follar. Él me puso contra la pared, me agarró por mi culo y yo me abrí de piernas y las enlacé tras su espalda. Empezó a besarme y a embestirme haciendo chocar salvajemente su polla contra mi coño. Nos desnudamos y nos fuimos a la cama.

Yo empecé a lamerle con mi lengua todo el cuerpo. Me detuve en su polla y le hice una buena mamada pero sin dejar que se corriera porque quería su polla dura para mi vagina. Luego me senté sobre él, con su polla dentro, y empecé a cabalgarle mientras me acariciaba mis tetas hasta que los dos nos corrimos.

Nos abrazamos y nos dormimos un ratito para recobrar energías.

Nos despertamos y empezamos a acariciarnos y a calentarnos de nuevo. Besó y chupó mis pezones. Cogimos el consolador y empezamos a jugar con él. Él lo chupaba y me lo pasaba por todo el cuerpo con su saliva. Me acariciaba el clítoris con su lengua y me follaba con el consolador. Luego me puso boca abajo e hizo que irguiera un poco mi culito. Me penetró la vagina desde atrás con su polla y me folló así, mientras me agarraba del pelo y me decía obscenidades al oído.

Ya se había hecho tarde y él tenía que regresar a su casa.

Así que nos duchamos y nos vestimos, él llamó por teléfono a recepción, el camarero vino a abrirnos la puerta y nos llevó al aparcamiento siguiendo las mismas reglas de sigilo y precaución que había tenido anteriormente. Cuando

llegamos al parking, ya no pude contener la risa, fue demasiado para mi, allí estaban aparcados todos los coches de las parejas alojadas en el hotel con las matrículas ocultas con un cartón para proteger su confidencialidad.

El sábado y domingo estuve de turismo por Barcelona, visitando sola la ciudad. No me podía quitar de la cabeza los detalles de mi encuentro y empapaba mis bragas solo de traerlos a la memoria. Recuerdo aquellas noches en mi pensión, sola en mi cama a oscuras, haciéndome pajas y sin poder dormir.

El lunes por la mañana me llamó mi amigo por teléfono y me dijo: “¿qué prefieres, que te invite a comer o ir al hotelito?”. Por supuesto, yo le contesté la segunda opción.

Esta vez entramos al hotel a pie en lugar de en coche, ya no tenía tanta gracia como la primera vez.

Cuando llegamos a la habitación, él se sentó en el borde de la cama y yo me senté encima de él para besarlo y decirle que no había parado de pensar en él. Recuerdo que me dijo: “eres tan cariñosa como ardiente”. Nos quitamos la ropa y nos tendimos de costado en la cama, con las caras de frente. Él empezó a follarme en aquella posición y yo sentía mucho placer. Los dos estábamos muy calientes. Cada vez me follaba con más fuerza y empezó a mirarme con tanto deseo que salían chispas de sus ojos. No lo pude soportar y me corrí sin esperarlo. Aún hoy, hay veces que me masturbo recordando aquella mirada con tanto fuego.

Quería tener su leche, así que coloqué mi cabeza entre sus piernas y me dispuse a mamársela. Primero empecé pasando mi lengua debajo de sus huevos, sintiendo el tacto especial de la piel en ese lugar del cuerpo. Me llené la boca de saliva para poder mojarle bien todo. Luego pasé mi lengua por sus ingles. Estaba rasurado, así que no tenía nada de pelo. Metí sus huevos en mi boca uno a uno y jugué con ellos. Después subí mi lengua por su polla y la recorrí en todos los sentidos, disfrutando del olor de su sexo mezclado con mi saliva. Acaricié su capullo con mi lengua, muy suavemente, y esperé a que escupiera alguna gotita para poder saborearla. Luego metí su polla en mi boca y succioné hasta arrancarle alguna gotita más. Mientras, con la lengua empujaba su polla contra el cielo de mi boca para mantenerla bien estrechita. Después moví mi cabeza arriba y abajo, deslizando su polla adentro y afuera, apretando mis labios como si le estuviera follando con mi boca. Cuando me avisó de que se iba a correr, llevé su polla hasta el fondo y sentí su leche bajando por mi garganta. Me gustó sentir la agonía de su orgasmo y su cuerpo estremecerse tirándome del pelo y apretando mi cabeza contra él. Vi que sus ojos se ponían en blanco y repetía insistentemente “has bebido mi leche, has bebido mi leche”.

Allí me quedé sobre su polla, disfrutando del momento y del sabor de su corrida. Él me dijo que me pusiera a su vera y quedamos así un buen rato extenuados el uno al lado del otro.

Él tenía que regresar al banco, así que nos fuimos y nos despedimos. Yo ya regresaba a mi tierra y nunca más nos volveríamos a ver.

Autor: Guaximara

guaximara ( arroba ) hotmail.com

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