miércoles, 23 de noviembre de 2011

Una cita inesperada

Metí los dedos en mi coño y los saqué mojados de leche. Me los llevé a la boca y los chupé. Me daba igual que estuviese acompañada en la cama ya que necesitaba de momentos propios, momentos para disfrutarlos yo sola.


Metí los dedos en mi coño y los saqué mojados de leche. Me los llevé a la boca y los chupé. Me daba igual que estuviese acompañada en la cama ya que necesitaba de momentos propios, momentos para disfrutarlos yo sola.

Aquel día había comenzado como tantos. Respondí a la llamada de mi amante para hacerme una paja para él a través de la webcam y me fui a trabajar. Rutina. Charlas con mi amante a través del messenger, saber que está al otro lado de la línea me pone cachonda y me da seguridad. Aquel día, ¿de qué hablábamos? ¡Ah, si! Sobre si mis pajas eran producto del vicio o de la necesidad, del hambre que pasaba, del tiempo que hacía que no cataba una polla. Son conversaciones que van dejando poso, que nos van haciendo que nos conozcamos mejor, que nos calientan y que inexorablemente nos llevan al sexo.

Con él me siento una puta viciosa, llegamos a la conclusión esa misma mañana, pero su puta viciosa, que quede claro. Nuestra relación está sustentada en el sexo, en el vicio, en el placer por el placer. Él me encuentra atractiva y deseable, le gusta ver como me muevo con el consolador en el coño buscando desesperadamente un orgasmo tras otro. Para cerrar la charla de aquella mañana me hice una paja en el despacho, llamándole a él en el momento en el que me corría, es como nuestro sello de identidad una respiración entrecortada; un comentario intencionado nos llevan a seguir buscando sexo.

Soy suya y eso no lo dudo.

Poco después me llamó un amigo de San Sebastián. Bla, bla, bla… Yo acababa de correrme, mis pensamientos todavía estaban con mi amante. Me dijo que un amigo suyo estaba en Tenerife y que si le podía dar mi teléfono. Claro, porque no. Incluso me mandó una foto del tipo para que lo conociese, alguien anodino, una de esas personas que se pueden decantar hacia lo insoportable o hacia lo agradable con igual facilidad. Cuando se lo dije a mi amante, a mi dueño, me dio permiso y me animó a que comportarse como una auténtica puta, me empujó a que me lo follase y a que lo disfrutase aunque no podríamos cumplir nuestro pacto de llamarnos por teléfono en el momento de estar con otras personas ya que él estaría ocupado. Me sentí libre y deseosa ante la posibilidad de follar realmente, pero también tenía dudas, prejuicios que nos inculcan y que tardamos años en liberar o que nunca llegamos a deshacernos de ellos. No obstante quería estar preparada para cualquier eventualidad y, cuando el tipo me llamó por teléfono confirmando la cita, como primera medida me rasuré el coño para dejarle el camino abierto a su lengua. Luego me vestí, estrené un conjunto de ropa interior que tenía guardado para una ocasión especial y me vestí sexy, pero no agresiva.

Desde que lo vi supe lo que iba a pasar. Era alguien agradable, anodino pero perfectamente válido para follar, por lo menos a primera impresión. Ya, desde que me dio dos besos de saludo, mi cabeza se llenó de sexo, me resultaba difícil seguir las conversaciones porque me estremecía cada vez que nos rozábamos accidentalmente; estaba claro que ambos lo buscábamos y el problema radicaba en encontrar el punto de unión de los deseos de cada uno.

Un bar, tras otro hasta que nos quedamos en la calle con todo cerrado. Era el momento, o eso parecía, al borde del mar, con su brazo sobre mi hombro y yo pasando suavemente las yemas de mis dedos por su piel. La situación requería un beso, que no se produjo, pero, en su lugar comenzó una conversación interesante: sexo. Anécdotas y sucedidos que nos demostraron que ya estábamos los dos en el mismo terreno. Nos fuimos a su hotel. Yo conducía pensando en las alternativas que tenía: o esperar a que él me dijese algo o aparcar el coche y bajarme con él, dando por supuesto que yo estaba dispuesta. La solución, como suele suceder en estos casos, llegó sola ya que mientras aparcaba el coche él me dijo que subiría a su habitación, dándolo también por supuesto. Mejor así.

Mientras subíamos notaba como latían los labios de mi vagina y ya en la ha

bitación, cuando me senté en la taza del water y dejé que se vaciase mi vejiga comencé a pensar en lo que pasaría a continuación. Ya no sé si tenía presente a mi dueño, a mi señor, sólo pensaba en la polla que me esperaba en la habitación de al lado. Pero también me sentía mal, un poco mal, sólo eso, un poco. Era un tío al que acababa de conocer, me sentía como una puta barata en un hotel con su cliente de aquella noche. Deseché rápidamente esas ideas y salí del cuarto de baño.

Sus primeros besos y caricias me recordaron que era una hembra y que al fin tenía un macho. Sentir su lengua en mi boca y sus manos en mi pecho difuminaron cualquier atisbo de prejuicio que pudiera quedarme y me entregué en busca del placer.

Nos quitamos los pantalones y me tumbó en la cama, yo tenía las piernas abiertas y mi coño buscaba su polla con insistencia. No la tenía del todo dura, pero ya me encargaría yo de ponerla a tono. Se ofreció a lamerme el coño y le dejé hacer, terminé de desnudarme y le entregue mi coñito recién rasurado empapado de deseo. Me lo comió bien, de atrás adelante, frotándome el clítoris que estaba sensible y deseoso. Yo cerré lo ojos y me dejé hacer, lo necesitaba.

Luego fue mi turno y me metí su polla flácida en la boca, no sé si recordaba la polla de mi amante que se la veo dura como un palo, la necesitaba asi, pero aquel tipo era incapaz de empalmarse como es debido. Me trabajé su polla con dedicación, el capullo, los huevos, pero nada, además de pequeña no se terminaba de poner dura. Pero no me importaba en ese momento, la quería en mi coño y ya me había dado cuenta de que me sería muy fácil llevar la iniciativa. Lo monté y me metí la polla en el coño.

Conozco bien mi cuerpo y los resortes de placer que tiene. Me coloqué de forma que mi clítoris pudiese frotarse contra su pubis y así completaba la carencia de aquella polla blanda que tenía dentro de mí. Era placentero, él estaba excitado, me agarraba por las nalgas y alababa la calidad de mi culo, yo le ponía las tetas en la boca y él chupaba con ganas. Eso me hacía falta y así se lo demostré corriéndome enseguida; luego sólo me hicieron falta un par de movimientos certeros sobre su polla para que me llenase de leche.

Me dejé caer a su lado. Metí los dedos en mi coño y los saqué mojados de leche. Me los llevé a la boca y los chupé. Me daba igual que estuviese acompañada en la cama ya que necesitaba de momentos propios, momentos para disfrutarlos yo sola.

No tardé en tener ganas de más pero el reculó como un buey. Me dijo que sería imposible echar otro polvo tan rápido. A mi me daba igual, ya era yo la que mandaba, era yo la que estaba dispuesta a disfrutar y le utilizaría para ello. Me gustaba estar allí desnuda a su lado, no por él, si no por sentir otro aroma a mi lado, por poder hacer todo lo que tantas veces había soñado. Charlábamos sobre nuestras experiencias sexuales y le conté como me había estado metiendo una zanahoria en el culo para que, al encontrarme con mi amante de entonces me pudiese follar por ahí. Eso le calentó sobre manera y, sin decirme nada, se colocó encima de mí metiendo su polla en mí. Yo ya estaba empapada de mis flujos y de su leche por lo que entró fácilmente. Me entrelacé a su culo con mis piernas para ayudarle un poco, ya que su polla seguía siendo deficiente.

Me cambió de postura para follarme de lado, por detrás. Eso le gustó, a mi también me gusta y fantaseado mucho con mi amante para que cuando nos encontremos me folle así, y así terminó corriéndose pero a mi me dejó a medias.

No le di tiempo a que se quitase y casi le obligué a que me masturbara con sus manos, así lo hizo y disfruté mucho.

Aquello había terminado. Sexo por sexo. Le conté que estaba liada con mi dueño y que si él hubiese podido le tendría que haber llamado para que me escuchara correr. El tipo no pareció entenderlo así que ¿para qué más? Me duché y me fui.

Llegué a casa, me comí un yogurt y me metí en la cama.

Sólo dormí una hora ya que me despertó un sms de mi chico que me preguntaba si hab

ía follado. Me conecté al messenger, desnuda, hembra, zorra caliente para mi chico y le conté mi aventura sexual. Y, como siempre pasa, una cosa llevó a la otra. Me hice una paja para él y volví al trabajo, a la rutina, hasta que mi dueño me vuelva a requerir para que me masturbe para él, para que sea su puta viciosa.

Y así lo haré.

Autor: Guacimara

guaximara ( arroba ) hotmail.com

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