lunes, 13 de octubre de 2014

buscando trabajo

Ángel había encontrado trabajo aquel verano en la misma ciudad en la que residía su tía segunda Sara. Puesto que su timidez le impidió pedirlo por sí mismo, fue su propia madre quién comentó el caso con  Sara, la cual no puso ninguna objeción: “Para eso está la familia”, arguyó.

Sara y su novio Luis vivían juntos en un apartamento de dos habitaciones. Ángel cogió con ganas su nuevo trabajo, y se habituó a vivir con la pareja. Pese a que su cuarto no era lo mejor del mundo, era gratis, y no le importaba convivir con trastos de su tía.

Pasaba gran parte del tiempo que no estaba trabajando en aquel oscuro cuarto. Su timidez le dificultó hacer amigos, y pasaba mucho tiempo con su portátil; jugando a juegos online o navegando por Internet.

Tanto Sara como Luis le animaban a que conociera gente, y le invitaban a que saliera con ellos a cenar, o con más amigos. Nada de esto hizo que Ángel extendiera las alas y se forjara su propio grupo de amigos.

Aquella marginación derivó en que Sara se sintiera observada por Ángel. Eran más sus miradas furtivas y evitar hablar con ella mirándole a los ojos lo que le hizo darse cuenta. Si bien el jovencito estaba en edad de trabajar, aquella vergüenza  era síntoma inequívoco que se sentía atraído por ella.

Siendo su principal contacto con el sexo femenino, en parte era normal. Sara tenía 30 años, y tenía un rostro angelical muy agraciado así como un cuerpo delgado y esbelto, más cercano visualmente al de su sobrino. Escapaba del concepto de “tía” achacada por los años, y se acercaba más bien al de “prima buenorra”.

En una de tantas invitaciones que le hacían para salir, Ángel les sorprendió aceptando ir a la playa con la pareja. Para sorpresa de estos, el chico quería probar su nueva cámara de fotos sumergible.

La pareja se fue al agua, y tras varios ruegos, Ángel se les unió.

-          A ver, vamos a probar tu cámara. – Dijo Sara. – A la de tres nos sumergimos a la vez y nos hacemos una foto. Una, dos, y ¡tres!

Sara y Ángel se sumergieron, pero al emerger, sólo salía él en la foto.

-          Tenemos que sincronizarnos – pasó su brazo por encima del hombro de su sobrino. – Venga, tú también cógeme.

Esta vez, en la foto salían los dos. Ángel estaba anonadado contemplando a Sara en la foto, con su bikini azul marino en contraste con su piel blanquecina.

-          Ahora una viniendo.

En la siguiente foto se veía a Sara buceando hacia el objetivo. Sus pechos colgaban hacia los lados de una forma muy sexy.

Estuvieron un rato jugando en el agua, y salieron a secarse.

-          Oye Ángel, ¿por qué no haces unas fotos royo modelo a Sara? Seguro que le gusta.

-          Yo… no sé…

-          Tú sólo dale al botón, ella se encarga del resto.

Sara se puso de pies, y se agarró el pelo de forma sexy. Ángel se humedeció los labios y no paró de hacer fotos.

Ella se puso de espaldas y se giró sonriente para otra foto. Luego se puso de frente, colocando una mano en la cadera.

Tras hacer aquella foto, Ángel pudo apreciar que en el bikini de Sara se marcaban dos bolitas. La chica, por el cambio de temperatura debía de tener los pezones de punta.

-          ¿Por qué no vamos a esas rocas?

Ángel asintió sonriente y tragó saliva. Tenía la boca seca como la arena más tórrida de aquella playa.

Primero le hizo una foto sentada normal sobre unas piedras. Después Sara, para sorpresa de él estiró un poco de una tira de su bikini juntando sus pechos. Ella le sonreía picarona disfrutando de aquel juego.

Ella se colocó con el culo en pompa sobre la piedra, y aquello fue demasiado para Ángel.

-          Cre… Creo que me iré al agua, que tengo mucho calor.

Dejando plantada a su tía, se fue a toda velocidad al agua para ocultar su incipiente erección.

Sara, ni corta ni perezosa le siguió.

-          Buena idea, aquí también puedo posar.

Se colocó de rodillas sobre aquella orilla poco profunda, y su sobrino le hizo más fotos.

Al acercarse para ver las fotos, Sara notó algo sobre la pierna. A través de sus gafas de sol pudo mirar sin tapujos hacia su sobrino y notar que estaba totalmente empalmado. ¡Le había rozado con el pene! Pensando que aquello había ido demasiado lejos, se fue a la toalla con la excusa de que quería tomar un poco el sol.

Como ella predijo, Ángel tardó un poco en salir del agua.

Ninguno de los tres comentó nada de las fotos aquel día.

Una tarde que Sara llegó a su casa de trabajar, tras decir un “hola” y no obtener respuesta, se fue al cuarto de Ángel. Le resultaba muy extraño que él no estuviera presente. Tampoco estaba en el cuarto, pero algo le sorprendió. En la pantalla de su portátil podía apreciarse algo oscuro. Se acercó, y se trataba de una foto. Intrigada, cambió el zoom y se sobresaltó al descubrir que se trataba de una foto suya. El zoom estaba centrado en sus pechos, y era una foto de las que tomó Ángel el otro día que fueron a la playa.

Sonó la cisterna del baño, y Sara salió del cuarto deprisa. Ángel se sobresaltó al verla, y le dijo que no la esperaba tan pronto. El chico estaba sonrojado. ¿Qué habría estado haciendo?

Era el segundo mes de convivencia, y aquel viernes de verano Sara quedó con unas amigas a la salida del trabajo para tomarse unos Gin Tonics.

Recibió un mensaje de su novio Luis, diciéndole que él también había quedado con unos amigos y que igual no iba a cenar a casa. Para desgracia suya, sus amigas tenían planes, y no se animaron a hacer nada más tras aquella tarde de copas. ¡Y eso que iba vestida pensando en salir aquella noche! Llevaba puesto un vestidito rojo veraniego, con tirantes, que le quedaba fenomenal en su delgada figura. “Qué pena, con lo guapa que iba”, pensó.

Una amiga la llevó hasta casa, y achispada por los efectos de la bebida bajo aquel sol abrasador, a Sara le costó un poco introducir la llave en la cerradura para entrar.

Una vez dentro,  Ángel le respondió con su habitual “hola”, sin salir si quiera de su cuarto para saludarla. Dejó el bolso, y entró en aquella pequeña habitación. Su sobrino estaba pegado a la pantalla del ordenador, ventana cerrada y cuarto a oscuras, jugando al famoso juego League of Legends sin camiseta.

-          ¿No tienes calor?

-          Por eso me he quitado la camiseta.

-          Ya… ¿y no te agobias con todo tan cerrado?

-          ¡Mierda! Eh… perdona, no era por ti, era por el juego. ¿Agobiarme? No, así no tengo reflejos en la pantalla.

-          ¿Qué planes tienes para hoy?

-          Pues los estás viendo.

-          ¿No vas a salir con nadie ni nada? – El chico no contestó. – ¡Ángel!

-          Ah sí, perdona. ¿Qué decías?

-          ¿Por qué no jugamos a algo? Luis no vendrá hasta tarde y yo no tengo ningún plan. – Sara, inconscientemente, pasó su brazo por los hombros del chico. Este se sobresaltó y la miró directamente a la cara – Avísame cuando termines la partida.

Treinta minutos de espera impacientaron a Sara. Acordándose de aquel día de playa y la reacción de su sobrino, decidió jugar un poco con él y ver qué era capaz de hacer. Se quitó el sujetador, sin desembarazarse del vestido, se dirigió hacia el cuarto contiguo.

Abrazó a Ángel por detrás, y este se sobresaltó.

-          Uy, perdona, se me ha ido el tiempo al cielo – se excusó él.

-          ¿Tú quién eres, éste? – dijo inclinándose y señalando un monigote que aparecía por pantalla.

-          Sí, este es mi campeón.

Al decirlo, miró a su tía y cayó en la trampa. En la postura inclinada en la que estaba, la parte superior de su vestido se holgaba y permitía ver su canalillo. Canalillo que en este caso no estaba sujeto por un sujetador, sino en el que dos preciosos pechos propios de una adolescente se mantenían firmes.

Rápidamente él volvió a mirarle a la cara, y ella le sonrió.

-          Bueno, tú sigue jugando. Chao.

El chico se quedó con la palabra en la boca.

Al acabar aquella partida, Ángel se levantó para ir a por algo de beber del frigorífico. En el pasillo, se tropezó con algo. Lo recogió, y se percató que era el vestidito rojo de Sara. Extrañado, oyó un ruido continuo, y se dirigió hacia el baño.

El chico se acercó tímidamente. A medida que sus pasos le acercaban al baño, el sonido del agua corriendo en la ducha era inequívoco.

Con el corazón a mil revoluciones por minuto, se asomó por la rendija de la puerta entreabierta. Al principio no vio nada, pero luego, al mirar desde el ángulo apropiado, se percató de que la cortina de la ducha estaba echada hacia un lado.

Inconscientemente empujó un poco la puerta para agrandar la abertura y poder ver mejor. Primero vio el agua caer, y después un cuerpo mojado. Sara estaba de espaldas, cara a la pared de la ducha, y no podía verle. Su pálido cuerpo estaba empapado y en esos momentos se estaba aplicando gel de baño.

Ángel estaba tan absorto que se olvidó de sus perjuicios, del miedo y de los propios perjuicios que le acechaban.

Las nalgas de su tía, lucían perfectas y alzadas a sus treinta años. Unas piernas largas y lisas se estiraban y brillaban por el jabón que se derramaba.

De repente, y sin moverse del sitio, Sara empezó a dar saltitos haciendo que sus nalgas botaran. La chica se giró y le miró sonriente.

Aún con la boca abierta, trago saliva como pudo y Ángel se quedó bloqueado sin poder reaccionar.

Volvió a menear su culo, esta vez de lado a lado sin dejar de mirar a su sobrino a los ojos.

Entre sus piernas Ángel podía ver cómo de aquellos pequeños labios vaginales se derramaba una catarata de agua.

Ella se apoyó contra la pared de un lateral y pasó su mano de su turgente pecho hasta la entrepierna. Se acarició la pierna de arriba abajo.

Sara se giró apoyándose de espaldas en la pared de la ducha. Una de sus manos se posó en su teta derecha y la otra entre las piernas. Ángel pensó que aquello era digno de las mejores pelis porno. Se restregó la mano por sus pechitos húmedos en los que brillaban unos pequeños pezones rosados. Los juntó, y entreabrió su boca en un rictus de excitación.

Sara le levantó las cejas, y él lo entendió como un gesto para que se desnudara. Lo hizo a toda prisa, y cuando volvió a mirar, su tía estaba totalmente enjabonada.

-          ¿Por qué no me ayudas a quitarme el jabón? – dijo con voz sexy sonriéndole y haciendo morritos.

Él sonrió como un cabestro, y se acercó a la ducha. En aquel momento Ángel se olvidó que aquella era su tía, y que él estaba totalmente empalmado. Se metió en la ducha y cogió la alcachofa de la mano de Sara.

Ella sacó pecho mientras que él deslizaba lentamente aquel aplique sobre sus tetitas, retirando todo el jabón y la espuma.

-          ¿Te gustan? – dijo la treintañera mirando sus tetas.

-          Sí… Me encantan.

Sara sonrió, y con total dominio de la situación le dio la espalda y apoyó su culito sobre el pene erecto de Ángel.

-          Puedes tocarlas si quieres…

La mano del chico se lanzó como un misil y atrapó uno de aquellos senos sin dejar de echarle agua en el otro. Lo apretó, y presa de la excitación empezó a besarle el cuello.

-          ¿Te gusta esto? – dijo mientras le agarraba el pene y lo masturbaba lentamente.

-          Mmmmm, me encanta.

Sara le quitó la alcachofa de las manos y la colocó en su sitio, parando el flujo de agua. Ángel siguió besándole el cuello y le apretó las tetas con las dos manos. La chica gemía y finalmente lanzó sus labios ferozmente hacia los de su sobrino. Éste reaccionó con igual pasión y la besó con mucha lujuria mientras ella apretaba su precioso culito contra su polla.

La mano de Ángel acarició el cuerpo de su tía lentamente hasta llegar a sus piernas. Subió un poco y colocó la mano entre ambas. El joven podía notar aquella zona al rojo vivo. Empezó a acariciarle suavemente el coño con los dedos mientras le chupaba un pecho. Lamía su pezón y lo engullía con la boca.

-          Mmmmm, Ángel, cómo me gusta…

-          Y a mí también.

-          ¿Quieres que te la coma?

-          No sé…

-          ¿Qué no sabes? ¡Claro que no! ¡Haré lo que quiera chavalín!

Sara se giró hacia él y tras besarle, descendió lentamente rozando con sus pechos el pene erecto del chico al bajar. En cuclillas en el suelo, agarró la polla y le miró a la cara.

-          Tienes una buena polla. ¿Se la han comido muchas chicas?

-          No… sólo mi ex.

-          ¿Sí? Pues quiero que me digas quién lo hace mejor – le dijo sonriéndole con malicia.

Agarrando el aparato por la base, lo lamió de abajo arriba entreteniéndose en la punta.

Sara se metió la polla de su sobrino en la boca y comenzó su felación con lentos, pero profundos, movimientos de cabeza.

Ángel ni pestañeaba. El cuerpo mojado de su tía brillaba mientras ella le chupaba la polla cada vez más rápido. Sus gemidos aumentaban. Ella paraba de vez en cuando para dar lametones.

La chica se arrodilló, y sujetando aquel falo, le chupó los testículos. Siguió chupándosela más abajo acariciándole el espacio entre los testículos y el culo.

En un momento dado Ángel se apartó de golpe.

-          Ufff, casi me corro.

-          ¿Y por qué no lo has hecho?

-          Por si acaso no te gustaba…

-          ¿A tu ex no le gustaba?

-          No…

-          Jajajaja. Pues a mí sí. Cuando acabe contigo, si aguantas, te dejaré correrte en mi cara. – El chico tragó saliva- Bueno ¿quién lo hace mejor?

-          Tú Sara, ufff, ha sido increíble.

-          Pues espérate… Siéntate ahí.

Ángel obedeció y se sentó como pudo en el reducido espacio de la ducha. Su tía se acercó, y le puso sus hermosos pechos en la cara. Él los agarró con las manos y los succionó como si estuviera hambriento.

Ella se levantó, pasó un pie a cada lado de él y descendió lentamente. Ángel agarró su pene por la base, y lo hizo rozar contra el coñito de ella. Notó su humedad y sobre todo lo caliente que estaba.

Sara se dejó caer, metiéndose poco a poco aquel falo entero en su coño.

-          Ohhhhhh – gimió él.

-          Sobrinito, te voy a follar como seguro que nunca te lo ha hecho tu ex. Aguanta, y te dejaré que te corras en mi cara.

La chica cortó cualquier tipo de respuesta tapándole la cara con sus tetas. Agarrándose a un asa de la ducha empezó a saltar encima de él. Sara gemía mientras le cabalgaba, y él ahogaba sus resuellos al tener la boca ocupada con sus tetas.

Apartando un poco la cara, Ángel pudo ver en un espejo del baño la escena que se estaba desarrollando. El culo perfecto de su tía, pequeño y redondito, botaba y se ondulaba con cada salto de ella.

-          Ummmm, síiiiii, qué gusto – gritó ella.

Cabalgaba cada vez más rápido y sus tetitas se movían desafiando la gravedad.

Sara se paró, y Ángel la agarró por la cintura evitando que se moviera.

-          ¿No puedes más?

-          No es eso…

-          ¿Entonces?

-          ¡Ahora quiero follarte yo!

-          Ja, ja, ja, así me gusta ¡decidido! ¡Pues vamos a qué esperas!

La pareja se levantó, y Ángel, tomando la iniciativa, volteó a su tía. Cara a la pared, le indicó que se agarrara a la mampara mientras él le sostenía una pierna levantada. La postura era parecida a la de los perros al orinar.

Ángel acercó su pene hasta aquel coño que le esperaba como un aeropuerto a un vuelo con retraso. El chico empezó un lento, pero profundo, mete-saca.

-          Más, más fuerte… – suplicó ella.

-          ¿Estás segura?

-          Síiiiiii.

-          ¡Pues prepárate!

El chico aumentó el ritmo hasta de repente, entrar en éxtasis con su movimiento. Parecía como si estuviera sacudiendo un saco al viento. Ella gemía como si la estuvieran partiendo por la mitad.

Paró de repente y ella aún se quedó unos segundos más gimiendo.

-          ¡Joder! ¡Qué pasada!

Sara bajó su pierna, y en aquella especie de postura a lo perrito, pero de pies, su sobrino volvió a la carga. El ritmo no era tan rápido como antes, pero no por ello dejaba de ser brutal.  La chica se sentía como si en cualquier momento la fueran a partir en dos. Notaba vibrar aquel pene en su interior. Concentrada en su propio placer, no se dio cuenta que su sobrino le estaba agarrando las tetas como si estuviera en una montaña rusa. Cuando se soltó, sus pechos quedaron marcados de rojo. El chico le agarró de las nalgas, y siguió follando como si fuera un actor porno.

Ella se corrió entre gritos de loca, y él aguantó hasta que le pidió que parara.

-          Muy bien, has aguantado como un campeón. ¡Te has ganado tu premio!

Sara se arrodilló, y cogiendo el pene de su sobrino, se lo llevó a la boca y se lo comió a mucha velocidad.

-          Vamos córrete en mi boca – le dijo entre chupada y chupada. – ¿Tienes ganas?

-          Sí….

-          ¡Dímelo!

-          Sara, ¡quiero correrme en tu boca!

-          Eso es, muy bien… Qué polla tan rica tienes, mmmm

Sara se la estaba chupando a toda velocidad y de repente Ángel sintió un escalofrío en la piel. Una descarga eléctrica le recorrió la espalda, y tan solo gimiendo como un oso, un chorro de semen salió de su polla hacia el interior de la boca de su tía. Sintió como su semen chocaba contra algo en el interior de la boca y se iba acumulando con el resto de chorros. Sara se la sacó, y el semen se desbordó por la comisura de sus labios. La chica le dio algunos lametazos más para terminar de limpiársela.

Exhaustos, abrieron el grifo del agua caliente y ella se limpió la cara. Ángel se pegó a su espalda rozándola con su polla morcillona. Ella le acercó hacia sí, y le besó con pasión. Ángel notó un sabor raro en la boca, pero se dejó hacer, apretando bien su cuerpo contra el de ella.

-          Dios, lo haría otra vez – dijo él.

-          Tranquilo, que el verano es muy largo – le dijo guiñándole un ojo.

Ella le puso champú en la cabeza y se la lavó como si fuera un niño. Se la aclaró, e invirtieron el proceso. Limpiaron sus cuerpos y salieron de la ducha hablando con total tranquilidad.

Al salir del baño, cada uno se fue a su cuarto.

Aquel evento cambiaría para siempre el rumbo de aquel verano de auto-reclusión de Ángel.

Buscando trabajo (5 partes)

Mi nombre es Carlos, resido en Madrid, cerca del Corte Inglés de Princesa. Tengo 49 años, felizmente casado desde hace 21 años y con una hija que hace 2 años ha acabado su carrera y hoy es consejera delegada en una importante empresa aquí en Madrid. De mi vida no me puedo quejar, un buen piso, siempre hemos ido de vacaciones donde hemos querido, en definitiva, un buen nivel de vida gracias a mi trabajo.

Hace aproximadamente un mes y medio anunciaron que habría recortes en la empresa. Todos pensamos que la crisis afecta a otros, pero poco a poco nos toca a todos y ahora toca en nuestra empresa. De todos modos yo tenía seguro que no tendría problemas. Llevo 16 años en la empresa y tengo un cargo muy alto, con lo que estaba seguro de que no me afectaría.

los hombres sois tontos

Los hombres sois tontos

Según Forrest Gump y su mamá: Tontos son los que hacen tonterías. Pues si y lo siento por aquellos hombres que opinan que no lo son. Lógicamente no lo digo por el 100% del mundo occidental de cultura agnóstico-cristiana, pero digamos en un 70% y creo me quedo corta. ¿Qué por qué lo digo?, pues os lo cuento aquí y ya me diréis, todos aquellos y aquellas que lo leáis, si tengo o no tengo razón. Acepto críticas.

Por partes. Mi nombre es Vicenta (Vicen) y como dice la canción, “vivo en el Mediterráneo”. Mido 174, talla 38 con bastante de la 36, 97-65-98 y sin silicona. Soy rubia natural con piel morena y ojos verdes… y 31 pérfidos años. Casada desde hace dos años y sin hijos (y sin ganas de tenerlos). Mi marido tiene 36 años, es subdirector de exportación de una empresa y viaja más que su jefe y yo me quedo noches y noches con sus días sin maridito y más libre que un taxi en esta época de crisis. Tanto Javier (Javi) mi marido, el tonto del relato, como yo, nos conocemos prácticamente de toda la vida ya que somos de la misma población y ambiente. Cuando ya llevábamos entre los dos bastantes copas, juergas y folleteos con otros y otras, nos decidimos a que es mejor tonto conocido que tonto por conocer y empezamos a tomarnos en serio hace unos 6 años. Salíamos juntos pero sin perder totalmente la libertad que teníamos y sobre un año más tarde, empezamos a salir en serio y alquilamos un estudio para vivir juntos… hasta que nos casamos como he dicho, hace dos años.

En dos o tres ocasiones, se nos invitó para que participáramos en mini orgías o intercambio de no muchas parejas y siempre las rechazamos, sobre todo por mi. Soy muy caliente, muy apasionada y me costó mucho tomar la decisión de ser fiel a un solo hombre y si ya desde el principio nos hubiésemos intercambiado las parejas, seguramente yo no me hubiese casado jamás. Pero, y sigo pensando en Forrest Gump, la vida es como una caja de bombones de la que no sabes cual será el mejor. Toda esta historia empezó ya a punto de casarnos (unos tres meses antes) cuando estábamos terminando de arreglar nuestro nuevo piso con unas pequeñas obras, su amueblamiento y su decoración. La vivienda situada frente a la nuestra (solo hay dos por rellano en cada escalera) se vendió y una pareja de casados sin hijos sobre unos 40 años, se hizo vecina nuestra. Ellos cambiaron nuestra vida.

Felisa (Feli) y Antonio (Toni), son un matrimonio de 38-40 años, altos, guaperas, simpáticos, divertidos y unos golfos más grandes que el golfo de México y sin hijos. Los dos son médicos, hacen solo las horas que les tocan y a vivir que son dos días. Feli es exuberante, talla 40 y alrededor de 100 cms de tetas naturales, maravillosamente conservadas y que exhibe con generosidad y alegría y Antonio tiene una magnífica polla de unos 20-21 cms, pelín más grande que la de Javi y bastante más gruesa. Nos caímos muy bien los 4 desde el principio y dado el carácter de todos nosotros, pues empezaron con las clásicas bromas de los ya casados hace años y de los que van a caer en el mismo error y de los polvos que aún podríamos pegar siendo solteros con nuestros amantes, que ya luego el matrimonio, siempre monótono y aburrido, nos llevaría a plantar más cuernos y todo eso, para salir de la monotonía… en fin, que menos desearnos un corte de pelo a través de la guillotina al estilo María Antonieta, creo que nos desearon de todo lo que se pueden burlar. A Javier, esta María Antonieta de enfrente, se la ponía dura solo de pensar en ella y no digamos nada, cuando estaba frente a ella e incluso en dos ocasiones, Feli le gastó bromas por lo empalmado que se le veía en el sofá, con el correspondiente “¡no es lo que pensáis!” que decía él ¿y qué coño sabía qué pensábamos nosotras?

Un día coincidimos las dos en el portal del residencial, recién llegadas de nuestros trabajos y decidimos comer juntas y para ello, como en mi casa no había comida aún y en la suya más bien poca porque no le gusta demasiado la cocina, entramos en un bar muy cercano, encargamos unas tapas y nos las subimos a casa de Feli, y todo ello, regado con una buena botella de vino “a la salud de la virgen” (o sea, yo) que desataba nuestras lenguas, cada vez más sexuales. Después de comer en la cocina con café, nos fuimos al salón para tomarnos unos buenos brandys y charlar de cosas de mujeres sentándonos juntas en el sofá y entre copa y copa y chupada de cigarrillo, fueron pasando los minutos. Feli y yo llevábamos faldas negras cortas y blusas, la suya blanca traslúcida y la mía azul estampada, en las que se marcaban perfectamente las tetas e incluso en la de Feli sus grandes pezones ya que su sujetador era muy fino, el mío era más clásico. También llevaba muchos botones desabrochados y sus tetas se veían preciosas y de repente se gira, me mira y me dice:

-Francamente Vicen, no me pareces tan estrecha como dice tu marido que eres. Más bien ancha.

Yo me quedé mirándola, con cara de extrañada, con la copa en una mano y el cigarrillo en la otra y solo se me ocurrió decir

-¿Y eso?

-Según tu casi marido, eres una estrecha sexual. Te cuento: Hace unos días terminamos de montar unas cosas mi marido y yo y nos apeteció merendar y nos bajamos al bar y cuando ya casi estábamos terminando, entró Javi a por tabaco para ti y para él, le llamamos y se sentó con nosotros, frente a mi y no dejó de mirarme las tetas ni un momento, así que yo me quité el zapato, le puse el pié en la entrepierna ¡y ni te cuento como la tenía de dura! Me tiré para adelante para que se viesen más mis tetas y le pregunté si le gustaban y claro, casi rojo, dijo que si ¿cómo no le van a gustar?

Y diciéndome eso, se terminó de desabrochar la blusa lentamente, se la quitó, tiró el mini sostén a la mesita y se quedó en topless a mi lado, mientras se las tocaba y resaltaba y continuó

-Yo le dije que todo esto que te estoy enseñando y el resto de mi cuerpo podía ser de él esa misma tarde. Tu marido me miraba a mi y a Toni que se reía y me preguntó

-¿Porqué te ries de mí?

-No me rio. Solo te propongo hacer un intercambio de parejas. Vicen está en la casa, subimos los tres, nos juntamos los cuatro y cada oveja con la pareja del otro.

-Eso es imposible. Ya le he propuesto a Vicen hacer intercambios y nunca ha aceptado. Conmigo es muy abierta pero en líneas generales, es muy estrecha. Ya me gustaría eso, ya, porque estás buenísima y se que Toni lo pasaría muy bien con mi novia, pero con ella es imposible. A no ser que dentro de 20 años lo consigas tu. Incluso he intentado que se haga bisex como tú, pero tampoco lo acepta, aunque le gustas.

-Y así, querida Vicen, tu novio te deja por estrecha, exclusivamente hetero y sin remedio posible. Yo por mi parte soy extraordinariamente bisexual y muy viciosa como bien sabes. Me gustaría hacerlo contigo y con Javi y por supuesto, mi esposo Toni tiene unas ganas de follarte enormes. Desde hace años tenemos una pequeña pandilla de amigos, 9-10 parejas, con las que no solo hacemos intercambio de parejas, sino que nos acostamos con quien queremos y cuando queremos, no solo un día y hora determinados y en un sitio acordado; es como si todo el grupo estuviésemos casados todas con todos y viceversa. Así que cuando a tu matrimonio llegue el aburrimiento, nos llamas y te haremos mujer. Y si te pones en mis manos, haré de ti lo que yo soy, una mujer libre, bisexual y muy viciosa, que libremente folla con quien quiere y cuando quiere. Toni hace lo mismo, pero no como yo te enseñaré a ti y con los hombres y mujeres que te presente, le darás a Toni mil cuernos por uno. Y por supuesto, tengo ligadura de trompas desde años, así que no tenemos hijos porque no podemos, sino porque no queremos para ser más libres.

Yo escuchaba indignada, cabreada, con una mala leche increíble y sin poder creer lo que me estaba contando. Mi novio sabía el porqué no quería hacer intercambio, por ser yo muy caliente y apasionada y no meterme en ese mundo o lo haría sin tapujos ni ataduras morales y ahora para él ¡yo era una estrecha! No sabía que contestarle a Feli, ni qué hacer, pero delante de mí tenía una real hembra que me sonreía, jugaba con sus tetas preciosas, me provocaba y me sonreía con bastante ironía e incluso se puso a sacar su lengua y pasarla por sus labios. Eso empezó a ponerme el clítoris en marcha y a endurecer mis pezones que ella notó con rapidez, ya que no les perdía de vista en los últimos minutos. Cogí un nuevo cigarrillo, me levanté y empecé a pasear por el salón. Feli guardaba silencio y seguía jugando con sus tetas y sus pezones y me estaba calentando de mala manera. Así que apagué el cigarrillo, me senté a su lado, me desabroché la blusa (no me la quité, solo desabrochada toda y con mis tetas dentro de mi sujetador) y le dije a Feli en un susurro:

-¡Hazme mujer!

¡Y vaya si me hizo mujer! Lentamente me fue quitando la blusa hasta que ya en sus manos, la tiró sobre un sillón. Luego empezó a acariciar mis tetas por encima del sostén, pasó su brazo derecho por mi espalda hasta coger mi hombro y mientras esa mano me acariciaba el lateral de mi pecho y mi cuello y nuca, la otra se metía dentro de mis copas y de repente, mis dos tetas saltaron fuera y su brazo me empujó hacia ella y mirándonos a los ojos, nos fundimos en un enorme y apasionado beso. No era la primera mujer con quien me daba un beso en los labios, pero sí era la primera con quien me besaba con pasión y sabiendo que a continuación vendría toda una relación sexual lésbica. Nuestros labios jugaban, nuestras lenguas se metían y sacaban libremente y nuestras manos acariciaban los pechos de la otra y jugaban con sus pezones. Tuve un gigantesco orgasmo y eso me hizo apretarme más sobre Feli, estaba totalmente entregada a ella sin ninguna limitación y en esos momentos, también Feli se corrió. Nos cogíamos de las cabezas con ambas manos para que nuestras bocas se aplastasen más y más y nuestras lenguas penetrasen hasta el fondo de nuestros paladares, de repente, Feli se hizo un poco atrás y me dijo:

-Vamos a la cama

Y allí nos fuimos las dos cogidas de las manos y respirando muy agitadamente. Estábamos en celo y queríamos más. Me quité la faldita mientras ella hacía lo mismo y yo me quedé con tanga, mientras veía que la puta de Feli no llevaba nada… excepto dos gruesos aros en los labios vaginales y un gran piercing que le atravesaba el clítoris. Nos tiramos sobre la cama y empezamos nuevamente a comernos a besos, su mano se metió en mi entrepierna y yo me abrí un poco más para que libremente tuviese todo el acceso a mi cuevita que desease, logrando otra corrida que disfruté salvajemente. También yo me lance a por ella y mi mano penetró en su coño, notando el piercing en su clítoris y como se estremecía ella, en un par de minutos también ella tuvo una salvaje corrida mordiéndome en los labios ¡joder que daño me hizo y que placer me dio! Ella se dio la vuelta y me dijo que se iba a beber mis jugos, así que aplicó su boca en mi coño y empezó a sorber, yo hice lo mismo, ella era más experta, pero yo tenía unos deseos enorme de compensarle, además, notaba su clítoris aprisionado por el piercing y eso y el roce lateral de mi lengua con los aros vaginales, me ponía muy cachonda. De repente se levantó y sacó de un cajón de su cómoda un consolador bastante más grande de lo que yo había visto hasta entonces y sin una palabra, pero con una sonrisa especial de su boca, me lo empezó a meter en el coño. Me abría las paredes vaginales como nunca me las habían abierto, lo que me hacia abrir más y más las piernas como si eso dejase más espacio para su penetración que parecía no tener fin, yo me volvía loca de placer y dolor mientras eso entraba poco a poco sin parar hasta que llegó a su fin, entonces me lo empezó a meter y sacar conectando el vibrador, primero lentamente y luego cada vez más aprisa y con más fuerza y yo empecé a correrme una y otra vez. No se cuanto tiempo estuvimos así, en un momento determinado, con nuestros cuerpos sudorosos y mi agujero destrozado, ella se dejó caer encima mío. Empezó a besarme y decirme cuanto me deseaba y yo me abracé a ella y la besé mientras le daba las gracias por ese polvo y eso la animó, me lo sacó del coño y empezó a metérmelo en el culo, yo le decía que por allí no, que lo tenia usado con Toni y mis amantes anteriores pero no para ese grosor y antes de que me diese cuenta, un gran grito salió de mi garganta, su prepucio había entrado y un gran dolor y un inmenso calor me llenaba. Feli se dio cuenta que no sería posible metérmelo todo y me lo dejó así, clavado en mi culo, mientras nos acariciábamos y nos llenamos de besos. Un tiempo más tarde Feli volvió al salón y trajo el paquete de tabaco, fumamos en silencio durante un rato, creo que dos cigarrillos, en silencio, con el cuerpo de cada una cara al techo y el consolador en mi culo, yo empecé a acariciar su cuerpo y mi mano se posó en su coño perfectamente depilado con laser (el mio es ahora igual, pero entonces lo tenia casi todo afeitado y con un buen triángulo peludo superior) y extraordinariamente húmedo. Mi mano la empezó a calentar y nuevamente nos follamos las dos y de repente vi un cuerpo desnudo en la puerta de la habitación y pegando un grito, me separé de Feli y dije:

-¡Joder Toni, ni te esperaba ni pensaba en tí!

Os podeis imaginar que estaba roja del todo. Por supuesto ni me tape con sábana, ni puse mis manos tapando mi cuerpo, ni intenté quitarme el consolador que seguía clavado en mi culo, ni nada por el estilo. Delante de mi estaba Toni, en pelotas, con su magnífica polla tiesa a más no poder y Feli riéndose con ganas.

-La verdad es que haciais un ruido de miedo (nos dijo Toni). Cuando he entrado en la casa ya he oído como Feli estaba follando con una mujer, pero no me imaginaba que fueses tu, lo que me alegra más de lo que imaginas, me he asomado, os he visto, me he desnudado y ahora quiero mi parte. Así que Vicen ¡te voy a follar y sin quitarte ese hermoso consolador de tu culo que jamás me imaginé usándolo tú!

Yo oía eso y no sabía qué hacer, así que Feli, como de costumbre, tomó la iniciativa.

-¡No me has dicho Vicen que te haga mujer, pues ahora tienes la oportunidad de salir de aquí siendo la mujer de los dos!, y ten por seguro que de esto, nunca el cornudo de tu novio sabrá nada por nosotros. Si se lo quieres contar tú, ese será tu problema.

Mientras Feli decía eso, Toni se iba arrimando y poniendo su dura y gruesa polla al alcance de mi boca. Se que mis antiguos amantes siempre han alabado mis mamadas y no lo pensé demasiado, me la metí en la boca y le puse los primeros cuernos al tonto de mi novio que me llamaba estrecha. Toni empezó a suspirar mientras Feli se sentaba en la esquina de la cama, encendía un nuevo cigarrillo y nos miraba. Toni tenía una hermosa y bastante gruesa polla que mi boca devoraba lentamente, hasta que me hice para atrás y me tiré de espaldas a la cama abriéndome de piernas y pidiéndole que me follara. Feli le dijo:

-Y después por el culo Toni, no es virgen por ahi, pero lo tiene estrecho y hay que abrírselo bien.

Y dicho y hecho, Toni me la clavó sin contemplaciones y yo no me explicaba como podía caberme su polla y el gigantesco consolador. Feli se sentó encima de mi boca mientras se masturbaba y al correrse me dejaba sus jugos para bebérmelos sin problema y al mismo tiempo, el matrimonio se comia a besos. En pocos segundos nos fuimos corriendo los tres y me asombró la gran cantidad de semen que Toni me dejaba en el coño. Aparté a Feli y me comi a besos a Toni, cuando me tranquilicé y me quité el consolador ofreciéndole mi dilatado culo que rápidamente ocupó su lugar, Feli me dijo:

-Ves, ya te lo dije. No me parecías nada estrecha, más bien ancha y estos días te vamos a presentar varios amigos y amigas independientes (que no son de su grupo de intercambio) que te follarán con una gran alegría y disfrutarás con ell@s, así cuando te cases y le prometas fidelidad y todo eso, podrás pensar en los cuernos que le has puesto los últimos días de soltera y los que le vas a poner de casada y te mojarás en la misma iglesia. A Javi nada le diremos de estas experiencias y cuernos prematrimoniales y ellos y ellas tampoco. Son amigos de confianza y sabemos todos callar como también lo aprenderás tú. Ya nos lo arreglaremos, pero desde ahora, Toni y yo te follaremos casi cada día y te iremos dilatando tus agujeros, a toda nuestra panda nos gustan los agujeros bien dilatados pues no solo nos metemos pollas, sabemos jugar con muchos juguetes y variaciones sexuales de toda clase incluyendo el fisting y ya verás como tú misma te vas a decorar poniéndote piercings y tatuándote. Yo misma te indicaré los primeros, es posible que tengas algún reparo las primeras veces o un poco de vergüenza, sobre todo con tu familia, pero tal y como te vayas agujereando y decorándote, tu misma querrás más. Al igual que al principio nos pasó a nosotras y ahora no paramos de añadirnos algo y tus propios amantes te regalarán tatuajes para que les recuerdes. Por supuesto, estarás completamente depilada por laser.

Dentro de mi escuchaba y no escuchaba al mismo tiempo, lo que me iba diciendo Feli, pero me sentía muy molesta con Javi y muy contenta y caliente de haber dado el paso que estaba dando, así que como necesitaba más, me volví hacia Toni y le dije:

-¡Fóllame a lo bestia y déjate de delicadezas de amiga!

¡Y vaya si me folló! Estuvimos los tres jugando con el sexo. Feli sacó unos consoladores y arneses y mis agujeros y los suyos se fueron ocupando de estos juguetes mientras nos corríamos una y otra vez. Al final, casi dos horas después, Toni se derrumbó y dijo que necesitaba un buen descanso. Feli se fue a la cocina a preparar unos cafés y yo mientras, no desaproveché la ocasión de volver a mamar, una vez más, esa polla que ya era mía… y yo suya y de su dueño. Nos tomamos los cafés, me di una ligera ducha y me fui a arreglar mi pisito, el mio y el del ya cornudo novio/marido. ¡Pobre Javi lo que había hecho de mí! Gracias Javi, cornudo esposo mío y amor sincero de mi vida.

La muy puta de Feli no perdió el tiempo. A la mañana siguiente me llamó al trabajo y me preguntó a que hora terminaba esa tarde (yo trabajo en el departamento bursátil de un banco) y media hora más tarde me dijo que cuando terminase el trabajo me fuese directamente a cierta dirección y allí, en la puerta de la calle estaba Feli con una preciosa mujer de mi edad, recién casada, como supe luego. Me la presentó y las dos me dieron un beso en los labios, que me aseguró lo que ya pensaba yo… que íbamos a follar. Subí con ellas al piso y allí estaba su marido (dos meses casados), las presentaciones fueron escuetas, fuera ropa y a follar. Media hora más tarde tocaron al timbre y Carmen (la dueña) fue desnuda a abrir la puerta y metió al dormitorio un recién llegado, Victor de 52 años, no muy alto, robusto y con la mayor polla que yo había visto y probado en mi vida y con un aguante impresionante. Como una hora más tarde, Feli no se daba por contenta, llamó a un amigo mulato venezolano y un ratito más tarde, su gruesa polla entraba dentro de mí. Más de tres horas estuvimos jugando y naturalmente yo era el centro del folleteo. Tanto ellos como ellas hicieron de mi el objeto de sus deseos y yo me entregaba sin ningún pudor ni importarme nada ni mi boda ni mi novio. Naturalmente, Feli facilitó a todos mi móvil para que tanto ellos como sus amigos/as me llamasen, ya que yo “necesitaba” desengrasar mis agujeros, dilatarlos y ponerme al día en todo lo relacionado con el sexo y los cuernos. Pero cuando nos íbamos a duchar para irnos, se le ocurrió a Carmen que ella lo había pasado de muerte cuando Victor y Ricardo Carlos (el mulato) se la follaron al mismo tiempo ¿por qué no tenían que hacer lo mismo conmigo ahora?, y dicho y hecho, vinieron a por mi.

Fue Ricardo Carlos el primero en ofrecerme su polla que ya casi estaba dura y que mamé con verdadera pasión. Se tumbó debajo de mi y me metió su polla por el culo, bastante dolorido ya a esas horas, mientras me cogia de las tetas y me tiraba para atrás, ahora se la mamé a Victor que me hacía dilatar la boca mucho y pensé cómo podría aquello entrar en mi coño teniendo ya dentro por detrás la de Ricardo que me apretaba un huevo y me lo ocupaba todo, pero francamente, no me importó. Yo misma me espatarré cuanto pude mientras levantaba las piernas y le ofrecí mi cueva que llenó de una salvaje penetración que me hizo gritar de dolor. Ya tenía dentro de mi aquellos dos pollones que empezaron a moverse, Víctor con más fuerza que Ricardo que se reservaba para la fiesta final. Cierto es que ya antes también había tenido dos pollas dentro pero no se podía comparar la densidad de estas dos y como os imaginareis… empecé a correrme. Víctor me ensartaba sin piedad alguna mientras me cogía de las caderas y la metía una y otra vez hasta el fondo. Ricardo me sujetaba por las tetas aplastada contra él y como Feli se estaba masturbando de muerte, se sentó arrodillada sobre mi boca para darme de beber su maravilloso jugo y que le limpiase de paso su rasurado y precioso coño. Con un grito gutural, Víctor se corrió dentro de mí una vez más esa inolvidable tarde y a una indicación de Ricardo, se aplastó sobre mi, de manera que yo era como el queso de un sandwich, emparedada por los dos machos que aún tenían sus pollas en mis agujeros, cierto que la de Víctor ya más relajada pero ahora era mi precioso mulato quien quería su ración de sexo. Feli se bajó para dejarles actuar y aquello fue un regalo de los dioses ¡gracias Zeus!, Ricardo imprimió nuevamente un movimiento de mete-saca que iba subiendo de intensidad y penetración y se seguía rozando con la de Víctor. Mis orgasmos eran contínuos y como echo bastantes jugos, la cama debería estar hecha una mierda pero tampoco era mi casa. El dolor era enorme, estaba super-irritada por los dos agujeros y un gran dolor en mis pechos por los apretujones de Ricardo con sus manazas pero un enorme placer y calor se sobreponía al dolor. Noté que Ricardo iba a correrse cuando sus dos manos agarraron como nunca antes mis tetas y las aplastó mientras se corría y gritaba:

-Así puta, así te voy a follar desde ahora. Vas a ver qué cuernos le vamos a poner a tu marido (todavía era mi novio). Te presentaré a unos amigos mios y seremos tus otros maridos ¿júrame que será así o te arranco tus tetas con mis manos!

Le juré que si, que seria su esposa, amante, puta o lo que fuese, ya no me importaba nada de nada, si me follaba como ahora y me hacía tan feliz. De verdad amig@s, en ese momento no me importaba nada de nada. Mi novio quería intercambio de parejas y sexo de barra libre y yo estaba ahora dispuesta a follar con quien él quisiese en los intercambios, pero haría lo que me decía Feli, yo sería libre de follar con quien quisiera a espaldas de mi esposo y máxime estando ausente por viajes de negocios y dejándome libres varios días y noches cada mes.

Con los pocos días que faltaba para la boda, me acosté con 11 hombres más y 5 mujeres, así como repetí con todos estos (y algunos de los nuevos) y durante las noches que estuvo de viaje, todas ellas las pasé en nuestra cama matrimonial follando con mis amantes. El y yo nunca la habíamos usado (el colchón me lo regaló Feli, aunque esto aún no lo sabe Javi) y Feli y su esposo Toni estrenaron esa cama conmigo y como viven en el mismo rellano, muchas noches dejamos las puertas entreabiertas para no hacer ruido audible para los vecinos y hay intercambio de hombres y mujeres entre su casa y la nuestra, entre su cama y la mia ¡pobre Toni! De todas maneras, con las caras que me ponen los vecinos que tengo debajo de mi vivienda, supongo que muchos ruidos serán perfectamente audibles para ellos y no creo comprendan mi libertad y mi goce. Es cierto que me han hecho una puta y que al igual que Feli y otras varias mujeres casadas, aceptamos que nuestros amantes especiales que trabajan de porteros en discotecas y pubs, nos ofrezcan a clientes “muy especiales” (muy viciosos en el sexo) y se queden con parte del dinero, como Ricardo Carlos y otros, pero quien de vosotras no haya actuado nunca de gogó a nuestras edades y en topless en los tugurios que frecuentamos o en fiestas privadas, siendo miradas, admiradas, manoseadas y deseadas por todos, o no haya bailado con la barra aceptando billetes, o no se haya encontrado en un cuarto oscuro donde solo se ven las pollas que te enseñan por un agujero para mamar, mientras los dueños de las mismas te ven por el cristal oscuro… quien no haya experimentado ese inmenso goce, vicio y placer, no sabrá nunca el por qué una mujer puede “bajar” tanto en la escala sexual y moral. No saber quién te va a follar, con quién te vas a encontrar o con quien de tus clientes o clientas encontrarás en la calle, en una tienda o el trabajo, me excita tanto que estoy ahora mismo mojada escribiendo.

El día de la boda, me los encontré a casi todos ya que Feli les invitó y a 3 de ellos les masturbé mientras bailábamos en el banquete, por supuesto, mi vestido nupcial salió bastante manchado, pero ¿para qué están las amigas? Se lo entregué esa misma noche a Feli y cuando volvimos del viaje de novios, estaba impecable. Eso sí, la muy cabrona me introdujo un consolador en el culo en casa, antes de ir a la iglesia y al empezar el baile, me llevó al baño y me puso otro en el coño. Toni no tuvo ningún problema en penetrarme por donde quiso esa noche y mis piernas chorreaban constantemente.

Y mis dos amantes favoritos y segundos maridos son Ricardo y Victor. La primera noche que mi recién esposo salió de viaje, la pase en mi cama matrimonial con Victor. Su enorme y gruesa polla fue mamada una y otra vez y me enseñó con gran paciencia el mamar ese tipo de pollas hasta el fondo y clavada así en la garganta, sorber el semen sin problemas. Sin ningún tipo de precaución, me la clavó por el culo moviéndola en profundidad y lateralidad, para ensanchar el agujero. Ha valido la pena el dolor porque ahora estoy dilatada y algunas manos ya se empiezan a introducir en mis agujeros. Y Ricardo es mi “oso” favorito. Si no fuese por los prejuicios que todos tenemos, me dejaría preñar por él y también él lo desea, pero me jugaría mi familia, trabajo y otras cosas. Entregarme a él y complacerle entregándome a quién él quiere por dinero haciendo todo lo que me ordena, es lo más para mí. Y no solo eso, viendo como yo y Feli nos entregamos a ese puterio barato y vicioso, también Carmen y luego otra amiga, Susana, se han entregado a totalmente a él. Somos 4 putas viciosas y sin complejos. Feli y su marido controlan nuestra salud y nos hacen constantes análisis, ya que casi siempre follamos sin condón y nos tragamos el semen. Somos peor que putas de carretera, pero de clase media-alta y muy orgullosas de serlo.

Yo ya lo dije al principio, no quería el intercambio, no se si unos años más tarde lo hubiese aceptado, pero no entonces antes de la boda y más con la experiencia sexual anterior mía. Toni, mi novio, mi cornudo esposo, me llenó de nitroglicerina y yo exploté. Lo peor, es que estoy tan a gusto con esta vida mía, que estos días he tomado la decisión de este otoño hacerme una ligadura de trompas. No se lo he dicho a Toni y no se cómo le sentará esto, pero no tengo hijos y ya no deseo tenerlos. Mi vida es puro vicio (en las horas que no trabajo y los días y noches que no está Toni)), soy totalmente puta y muy viciosa y no deseo cambiarlo por los pañales de un crio. Y así no caeré en la tentación de dejarme preñar por Ricardo… y eso que lo deseo profundamente, pero no debo hacerlo.

¡Ah! Y por supuesto, mi cuerpo se está cubriendo de piercings y tatuajes. Y tenía razón Feli ¡bendita Feli!, cuantos más me pongo, más pienso donde ponerme el próximo. Por cierto, una amiga se está tatuando completamente las tetas con una tela de araña que nace desde cada pezón (donde está el centro de la misma) hasta el nacimiento de las mismas y como los tengo gruesos, veré qué tipo de piercing me coloco en ellos para hacer juego con el tatuaje global. Creo que también yo haré lo mismo cuando vea como le queda. A Toni no le gustan tantos tatuajes y piercings, pero se los tendrá que tragar, al menos, soy discreta en su distribución, excepto la tela de araña de las tetas que si las hago y con los escotes que uso, se verán completamente.

Los hombres deseáis la mayor cantidad de mujeres para satisfaceros, sin daros cuenta de lo que tenéis en casa y por eso queréis los intercambios. No sois capaces de más de 3 o 4 polvos en una noche (y eso con el viento a favor) y nosotras, podemos pasar follando todas las horas y días que más nos guste. ¿Comprendéis ahora del por qué no debéis nunca provocarnos? Lo dicho, sois tontos y vuestras amadas mujeres os damos las gracias.

Siempre vuestra

Vicenta

llopisv@yahoo

Doble sorpresa en el bus nocturno

Sara se introdujo con sus amigas en el bus nocturno como puedo. El vehículo estaba lleno a rebosar en aquellas paradas cercanas a la zona de marcha de la ciudad.

A sus 30 años, había salido con varias amigas de marcha y volvían a sus casas tras una noche loca de fiesta. La joven lucía un vestido corto de verano color coral, muy ceñito y con escote en forma de uve. Sus largas piernas resaltaban, así como su culito redondito marcado por aquella prenda.

El grupo de amigas se percató en seguida de los comentarios de los chicos que poblaban el bus dirigidos hacia ellas. Los ignoraron, y pronto Sara se quedó sola cuando sus amigas se fueron.

El Autobús no estaba tan ello pero seguía sin haber sitio para sentarse.

De repente, notó que alguien le tocó el culo. Aquella noche, más de una vez se lo habían rozado, pero aquello era más un agarre a propósito que algo al azar. Se giró, y una chica rubia con un vestido azul le devolvió la mirada, levantando una ceja e inclinando la barbilla hacia un chico cercano. Sara se dispuso a decirle algo, cuando otra vez notó algo en el culo.

El bus se paró, y entró más gente, quedando la joven apretada entre los pasajeros. En frente tenía a un desconocido que debía de acercarse a los 40 años. Éste le sonrió, y ella desvió la mirada hacia otro lado. El bus se paró, y del ímpetu chocó contra el hombre. Sus amigas se despidieron sin poder llegar hasta donde estaba para darle un beso, y el trayecto continuó.

El desconocido no había hecho por apartarse y seguía pegado a ella. Sara no podía maniobrar hacia los lados o atrás, ya que estaba igualmente encajada.

De repente, notó como alguien le había metido la mano por debajo del vestido y le apretaba la nalga derecha. Se giró como pudo, pero no pudo descifrar quién había sido. El hombre que había tenido antes de frente, se apoyó sobre su culo. La chica pudo notar como el tío se rozaba al ritmo de los vaivenes del autobús. Aquel hombre debía de estar muy excitado, ya que notaba algo muy duro a la altura de su paquete.

El hombre, confiado, le agarró el culo. Ella le rechazó, pero él volvió a la carga insistentemente.
Aquella situación estaba empezando a pasar del agobio a la excitación. Sara rechazaba su mano con cada vez menos ímpetu. En la siguiente parada un asiento quedó libre, y ella, sin pensarlo, se lanzó a sentarse en él.

El hombre la miraba sonriente, y ella decidió concentrarse en el móvil.

Notó un contacto en la pierna y levantó la mirada furiosa hacia el hombre. Para sorpresa suya, éste la miraba sonriente con sus manos claramente visibles. Se giró hacia un lado y pudo comprobar que tenía una fina mano posada suavemente sobre su pierna desnuda. La mano no pertenecía a otra persona sino que a la chica rubia con el vestido azul de antes. Su pelo liso caía hacia un lado y sus rasgos inocentes la sonreían en ese momento. Sara estaba desconcertada. La chica se inclinó hacia ella y le dijo:

-          No te asustes. Hola, me llamo Clara.

Le dio dos besos y Sara apenas los lanzó al aire.

-          No me digas que en el fondo no te han gustado un poco los roces de antes.

-          Yo… – Sara se interrumpió cuando Clara desplazó la mano hasta su rodilla. – Verás, no sé si entiendo lo que está pasando.

-          Ja, ja, ja – Clara la miró con picardía. Su pulgar le acariciaba con delicadeza en el punto exacto con el que poner más nerviosa a Sara. – Es muy fácil. ¿Cómo te llamas?

-          Sara.

-          Pues verás Sara. Aquí casi todos van con una copa de más, y a los que veas solos, seguramente se habrán quedado con ganas de pillar cacho esta noche.

-          Sí, pero, ¿y tú?

-          Yo… ja, ja, ja. ¡Yo también! Seguro que todo esto te ha excitado.

-          Uff, no me puedo creer que esté teniendo esta conversación.

-          Bueno, no te pongas nerviosa. Mira lo que voy a hacer. Si te gusta lo que ves, luego te toca a ti.

Clara se levantó, y colocó delante de su nueva amiga. Su precioso torso estaba muy estirado, y más de uno en el bus se la quedó mirando; la chica estaba muy delgada, pero exhibía unos pechos grandes en comparación del resto del cuerpo.  “Operada”, pensó Sara.
Clara echó una ojeada atrás y pudo ver como el hombre mayor que antes había acosado a Sara estaba justo detrás de ella. Clara se inclinó un poco hacia atrás e hizo contacto con su culo contra el paquete del hombre.

Éste miró a Sara, y sonriendo apoyó ambas manos en las caderas de la chica. Se apretó contra aquel culito respingón, y Clara empezó a contonearse ligeramente hacia arriba y hacia abajo.

El desconocido bajó sus manos y apretó las nalgas de su nueva amiga. La escena era cada vez más caliente y justo cuando el tío ya estaba subiéndole la parte baja del vestido desvelando casi sus braguitas, Clara se retiró y se sentó.

-          ¡Vega, te toca!

Sara, sin saber muy bien qué hacía, se levantó. Miró a Clara, y antes de que tuviera tiempo de darse la vuelta, el desconocido se le echó encima. Pegó su cuerpo de frente contra el suyo.

Ella no se movió, pero notó la excitación de él pegada dura contra su vientre. Miró a Clara, y ésta le levantó un pulgar en signo de aprobación. El hombre le besó el cuello sin prisas, hasta llegar a sus labios. Al principio le rechazó, pero al final él terminó abriéndose paso dentro de su boca con su lengua. Los besos eran pasionales, y Sara se dio cuenta que estaba muy excitada. Contoneó su cadera al ritmo con en el que el desconocido movía la suya.

-          Soy Sara, ¿Cómo te llamas? – consiguió articular.

-          Delfín. Estás muy buena Sara.

El hombre subió sus manos hasta agarrar las tetas de la chica. Las juntó, las estrujó y las manoseó ante la atenta mirada de Clara.

-          Te follaría aquí mismo Sara.  – Delfín metió su mano bajo el vestido y empezó a masturbarla por encima el tanga.

-          Ufffff – dijo acalorada.

El autobús se detuvo en una parada.

-          Me bajó aquí. ¿Venís? – dijo Clara al pasar por delante de ellos.

Sin pensárselo, Sara la siguió, y con un bulto en el pantalón, también lo hizo Delfín.

Una vez fuera del autobús, Delfín y Clara se presentaron, y todos se encaminaron al piso de esta.

En el ascensor, la tranquilidad del paseo desde la parada del bus se rompió. Clara cogió a Sara de las caderas de frente y Delfín se pegó a su espalda. Volvió a sentir lo que sería el pene erecto del hombre en su culo.  El hombre le acariciaba los brazos y besaba el cuello mientras que se frotaba contra su culo. La rubia empezó a besarla con mucho morbo.

Entraron en la casa y mientras Clara iba a dejar las llaves y el bolso, Delfín atacó a Sara: la agarró por la cintura, la atrajo hacia sí, y la besó con fiereza. El impulso hizo que poco a poco aquella pasión derivara en que Sara acabara pegada a una pared mientras el lotazo continuaba. Las manos de él subieron desde la cadera a la cintura, y desde allí a los laterales de los pequeños pero bellos pechos de la chica. Estos se juntaron en el escote de su vestido de verano y Delfín hundió su cabeza entre ellos chupando sin parar.

-          Vaya nervios que me has hecho pasar en el autobús – le dijo Sara mientras le palpaba e paquete.

-          Pues ahora te los voy a quitar.

Delfín se empezó a bajar los pantalones y los apartó a un lado.

-          ¿No me esperáis? – dijo Clara con falsa indignación.

-          Sírvete tú misma – le contestó Sara.

Clara se acercó al chico, le bajó los calzoncillos y le agarró el pene. Le besó, y mientras lo hacía se la meneó un poco. La chica se agachó, y su sitio fue reemplazado rápidamente por Sara, quien continuó besándose con él.

La rubia se dedicó a dar lametones a aquella polla volviendo loco a su porteador.

-          ¿Por qué no chupas tú también? – le dijo el chico a Sara.

Ella le sonrió, se arrodilló junto a su amiga, la cual no paraba de chupar con la lengua. Sara se pegó más, y chupó los testículos del hombre, quien tenía en esos momentos los ojos en blanco de puro placer. Cada una empezó a chupar aquel falo por un lado, chocando más de una vez sus respectivas lenguas. Sara rompió aquel combate y  agarrando el pene por la base, se lo metió en la boca. Aplicó una lenta felación mientras que su amiga chupaba los huecos libres que encontraba.  Clara buscó con su lengua la de la otra chica, y ambas acabaron morreándose intercambiando lametones con el pene del chico. Finalmente la rubia se puso a mamar a toda velocidad mientras Sara le chupaba los pezones a Delfín.

-          Yo también quiero que me lo coman – dijo Clara.- Sara, desnúdame…

La aludida obedeció, y le quitó el vestidito azul. Delfín se ocupó del sujetador y dejó al aire unas preciosas y buenas tetas operadas. Sara empezó a bajarle las braguitas, y de repente se quedó quieta dando un gritito.

Ante ella, a medio salir, nacía un pene donde debiera de haber estado un coño en el cuerpo de Clara.

-          Qué… pero…. ¿Tú lo sabías? – preguntó a Delfín.

-          Me lo imaginaba…

-          ¿Y por qué no me dijiste nada?

-          A mí me da morbo, pensaba que tú también lo sabías.

-          Pues…

-          Bueno, ya tendréis tiempo de pensarlo. ¿Me la vais a chupar, o no?

Delfín agarró aquel pene, tan extraño en ese cuerpo tan femenino y se lo ofreció a Sara.

-          Las damas primero – dijo sonriente.

Sara lo agarró, y sin pensárselo mucho más, se lo metió en la boca. Delfín se masturbaba contemplando la escena.

-          ¿Y tú, no quieres probar?

Delfín, curioso, agarró el pene. Era la primera vez que lo hacía en su vida, y se notó extraño sosteniendo uno que no fuera el suyo. Lo notaba duro y pesado, pero a la vez suave en su mano.

-          Vamos, sin miedo.

El chico se lo acercó a la boca, y se lo introdujo lentamente en su interior. Fue muy extraño, como comer una salchicha pero con cuidado.

-          Así, muy bien, lo haces muy bien.

Sara le cogió la cabeza y empezó a movérsela más rápido, empujando con sus manos.

-          ¿Ahora entiendes lo que sentimos las chicas? Ja, ja, ja.

-          Me vengaré – dijo tras sacársela de la boca – te voy a hacer gritar como una perra.

-          Seguro que sí, y a mí también. Sara, arrodíllate aquí…

La chica obedeció, y Delfín y él se pusieron frente a ella.

Sara agarró ambos penes y empezó a masturbarlos en perfecta sincronización. Se metió el pene de Clara en la boca y lo mamó como una profesional. Cambió rápido al de Delfín, provocando un gemido por su parte.

La chica se con ahínco esforzaba en satisfacer a las otras dos personas.

Delfín se separó y colocó su cabeza entre las piernas de Sara. Tras un gemido de ésta, Clara supo en seguida que la lengua del hombre había entrado en funcionamiento de nuevo.

-          Para un poco, que se desconcentra – se quejó Clara.

-          Sí, le voy a dar esto, que le gustará más. – respondió el aludido con una sonrisa maliciosa mientras se agarraba el pene.

-          Vamos al dormitorio – dijo la dueña de la casa.

Una vez los tres en la cama, Delfín ayudó a colocarse  a Sara a cuatro patas. El hombre agarró aquel suave y terso culito y se pegó a él. Su polla rozó una zona extremadamente caliente y pringosa y empujó con la cadera. Sintió como hizo diana y poco a poco su pene se fue introduciendo en la vagina de la joven.

Sara se mordía los labios y miraba para atrás hasta que algo le golpeó en la cara. Sonrió a Clara, y agarró su pene llevándolo hasta la boca.

Se la mamó al mismo ritmo al que Delfín la estaba follando mientras Clara le acariciaba el pelo con cariño.

Delfín aceleró el ritmo y Sara tuvo que dejar de chupar.

-          Ahora me toca a mí, y te pienso follar bien duro.

Cuando el hombre paró, Clara ocupó su lugar. Se la metió muy lentamente, e inició un pausado mete-saca que la volvió loca. Delfín le chupaba las tetas al shemale mientras ésta le masturbaba.

Clara aumentó el ritmo y empezó a follar más rápido incluso que quien antes ocupaba su puesto. Desde su posición, al ver aquel cuerpo tan femenino, parecía más que estuviera cabalgando que no lo que estaba sucediendo.

Sara miró hacia atrás y pudo ver a Delfín de pies sobre la cama y a Clara chupándosela a buen ritmo. Había que reconocer que tenía buena coordinación.  Tenía que reconocer que en aquellos momentos Clara le estaba haciendo disfrutar más de lo que lo hizo Delfín.

-          Vamos a hacer una cosa – dijo Clara parando el ritmo del momento – Túmbate de lado Delfín, luego yo, y la última Sara. Así muy bien – dijo tras estar los tres colocados.

-          ¿Y ahora? – preguntó el hombre.

-          Ahora haremos una escalera de mamadas.

Todos entendieron la idea al momento y pronto Clara se la chupó a Delfín y Sara a Clara.  El hombre movía sus manos de las tetas de Clara hasta la cabeza de Sara disfrutando como un gorrino.

-          Pobre Sara, ahora mismo es la única que no está disfrutando.

-          No te creas, a mí me pone esto.

-          Ja, ja, ja. ¿Sí? Pues a ver si te pone esto – Clara se puso con el culo en pompa. – ¡Chupa!

Sin dudarlo, Sara obedeció y metió la cabeza entre aquellas nalgas. Encontró el ano y lo lamió tímidamente.

-          Más, más.

La chica sintió un frescor en su culo cuando su amiga profundizó más.

-          Eso es, así. Déjamelo bien preparadito… que quiero que aquí el amigo me la meta.

Clara se levantó y empujó a Delfín para que quedara tumbado.

-          ¡Fóllame el culo!

El shemale se encaramó, de espaldas, sobre el hombre. Con cuidado, introdujo el pene de éste en su culo. La chica empezó a cabalgar lentamente.

Sara observó cómo aquel pene tan extraño en ese cuerpo se movía como una rama mecida por el viento. Decidida, agarró aquella polla aún en erección y la masturbó.

-          Joder Clara, ¡qué culo tan apretado tienes!

-          Sí, mmmm, ¡rómpemelo!

El hombre aumentó el ritmo y Sara besó a Clara. Chupó sus tetas disfrutando de la escena, y tras volver a agarrarle el pene, lo dirigió hacia su boca. Era una locura chuparlo, porque el movimiento dificultaba las cosas.

-          Ufff, qué bueno. Ahora tú.

-          ¡Pero no por el mismo sitio!

Los tres rieron y Sara ocupó el puesto de Clara. Estaba muy excitada, y tras meterse el pene de delfín, empezó a cabalgarle rápidamente. Clara la masturbaba, la chupaba y mordisqueaba sus tetita y la besaba con mucha lujuria. En un momento dado, del ímpetu de la cabalgada, el pene de Delfín se salió, y antes de reenganchar, Clara lo agarró y lo chupó a toda velocidad. Las manos del hombre le estrujaron las tetitas con devoción.

-          Venga, no me dejéis así.

-          ¡Claro que no!

Delfín se levantó, y colocó a Sara tumbada boca arriba en la cama.

-          ¡Te voy a follar hasta que te corras!

Agarró su pene, se la metió de un empujón y empezó a follarla como si fuera el último polvo de su vida. Ella gritaba, y pronto sintió un cosquilleo que terminó en un gran orgasmo. Ella se dejó caer con la respiración entrecortada hacia un lado.

-          ¿Qué te parece sin nos corremos en su cara? – Preguntó Clara.

-          Ahora mismo creo que se dejaría hacer cualquier cosa.

Ayudaron a Sara a sentarse contra el cabecero de la cama y ambos se masturbaron en frente suya. De vez en cuando Sara les daba alguna chupadita.

El primero en correrse fue Delfín. Se masturbaba a toda velocidad y un gran chorro salió con fuerza impactando en la barbilla de la chica y salpicando a Clara. El resto se derramó sobre sus pechos. Clara se masturbaba más lentamente, y tras un gemido profundo, un hilo espeso de semen se derramó hacia abajo cayendo sobre los labios de la chica; un segundo sobre sus mejillas y el resto sobre su barbilla.

Los tres descansaron durante unos minutos, después se fueron a duchar por turnos.

Una vez todos vestidos, Sara le dijo a Clara:

-          Cualquiera diría lo que escondes.

-          ¡Gracias! Ji, ji, ji –respondió de forma coqueta.

Se despidieron, y cada uno se dirigió a su casa, con la promesa en los labios de volver a encontrarse otro día.