viernes, 13 de diciembre de 2019

La pérdida de la inocencia

Esta es la historia intimista, personal y real, aunque increíble, de cómo sin saberlo perdí mi virginidad a manos de mi prima Noelia.

Por aquel entonces yo contaba con 17 años recién cumplidos, y de la vida no sabía nada. Era un niñato, más inocente que una mosca y tímido. Claro está, mi vida sexual era inexistente y solamente quedaba al descubierto algunos días cuando me levantaba con los calzoncillos húmedos de algo pringoso o cuando se me levantaba la polla por algún motivo que aún desconocía.

Y en esto entra mi primita, Noelia, la más pícara de las mujeres, que me abrió la puerta al mundo de los juegos adultos (por cierto bastante mejores que los de los niños).

Noelia tenía por aquel entonces 25 años, era (y es) morena, con ojos castaños, 1″73 de altura, con el peso justo para su altura, pechos del tamaño de una mano, culo bonito en forma de corazón, en general, un cuerpo esbelto y ligero.