Hay recuerdos que siempre guardaré con mucho cariño en mi memoria hasta el fin de los días y los vividos con mi hermana Belén, mas que ningunos. Este, es uno de ellos.
Llegamos a eso de las cinco y media. Aparqué en un lado de la carretera y nos bajamos. Enseguida, nos adentramos en un amplio descampado. Mirara hacia donde mirase, el suelo estaba entero tapizado de corta hierba. Todo estaba sereno y tranquilo. Conformes con el sitio, mi hermana, mi prima y yo decidimos que este era un buen sitio para quedarnos.