jueves, 3 de agosto de 2023

Mi hermanita y su caliente amiga 3

 Este relato es la continuación de “MI HERMANITA Y SU CALIENTE AMIGA” y de “POR QUÉ A MI HERMANITA LA LLAMA GUARRILLA SU AMIGA”, en el contaré como mi hermanita me relata detalladamente como acabaron follándosela varios desconocidos.

Después de las confidencias que me había contado mi hermana, y de su autorización para que mantuviera sexo con ella siempre que quisiera, mi vida parecía el día de la marmota, de nuevo el tiempo transcurría y yo no me comía un colín, ni tenía sexo con mi hermana ni me follaba el ansiado culo de Tere que era mi obsesión.

Cuando estaba próxima la semana santa por fin ocurrió algo que cambió todo, mi hermana les dijo a mis padres que esos días de vacaciones quería ir con sus amigas a la playa, que ya lo tenían todo planeado y habían pensado alquilar un apartamento en Mojácar para pasar allí las fiestas.

Mis padres se negaron en rotundo, pero por fin, después de muchas discusiones, llegaron a un acuerdo en el que me incluían a mí, Diana podía irse con sus amigas siempre que fuera yo con ellas. Al hacer la propuesta mi hermanita me miró con carita de súplica, yo fingí pensarlo pero para ser sincero estaba totalmente de acuerdo con el trato, ya que por fin iba a tener la oportunidad de estar con Tere, así que acepté con gran alegría de mi hermanita que inmediatamente me dio un enorme abrazo.

Ese sábado mis padres tenían planes con unos amigos para ir a cenar y al teatro, y supuse que mi hermana saldría con sus amigas como hacia siempre, por lo que me metí en la habitación a estudiar ya que estaban próximos los exámenes trimestrales. A eso de las 8 de la tarde Diana abrió la puerta de mi habitación y me pidió que la acompañase al salón, cuando llegué allí vi que había preparado unos sándwiches, canapés y unas cervezas. Pregunté el motivo y me dijo que como había accedido a acompañarlas a Mojácar, quería devolverme el favor y esa noche no iba a salir con sus amigas y se iba a quedar conmigo a cenar y ver la tele.

Realmente me sorprendió su comportamiento, llevaba tanto tiempo ignorándome que nunca hubiese esperado esto de mi hermana. Me pidió que me sentase junto a ella en el sofá y me alargó el vaso de cerveza para brindar.

D.- Bueno hermanito, vamos a brindar porque en estas vacaciones en Mojácar lo pasemos bien y puedas follarte por fin el culo de la frígida.

¡Joder con mi hermanita! Había dado en el nivel de flotación. Me miraba sonriente porque sabía que eso es lo que yo más deseaba en este mundo. A continuación me dijo que había seleccionado dos películas para ver mientras cenábamos, una de guerra y otra porno, y me preguntó cual prefería. Me quedé dudando unos segundos y sin darme tiempo a contestar dijo que como ella prefería la porno iba a ser esa la que veríamos, inmediatamente dio al play y cuando apareció el titulo me quedé embobado, la peli iba sobre un gang bang de jovencitas.

Mientras comenzaba la película y comíamos los canapés, mi hermana se empeñaba en que bebiese cerveza sin parar, yo realmente lo necesitaba porque aquella situación era nueva para mí, ver una peli porno con mi hermanita no era demasiado normal, aunque follármela como había hecho anteriormente tampoco lo era. A medida que avanzaba la peli y el alcohol entraba en mi organismo, mis ojos se desviaban con demasiada insistencia hacia las tetas de Diana, llevaba una camisetita blanca ligera y ajustada que permitía ver la areola y los pezones en todo su esplendor. Si miraba más abajo me encontraba con un pantaloncito corto y ancho que dejaba a la vista una braguita rosa de encaje.

Mi hermanita era consciente de mis miradas furtivas y se movía forzando posturas en las que yo pudiese apreciar mejor sus encantos, separaba las piernas mostrándome la braguita y se acariciaba disimuladamente las tetas logrando que los pezones puntiagudos y erguidos intentasen prácticamente perforar la camiseta. Pasado un rato, y cuando yo ya tenía una enorme erección, me dijo que si no me gustaba la película podíamos cambiarla por la otra, pero dirigiendo la mirada a mi entrepierna se rio y negó con la cabeza.

D.- Me temo que no, creo que te está gustando la película. ¿O te gustan más mis tetas?

La miré sonrojado sin saber qué responder, pero ella cogió mi mano y la puso sobre uno de sus pechos.

D.- Tócalos cuanto quieras, ya te dije que podías pedirme lo que quisieras, no entiendo porque no lo has hecho nunca.

M.- ¡Joder Diana! Si me ignoras siempre cómo quieres que te pida nada.

D.- Yo no te ignoro hermanito, si quieres algo tienes que cogerlo, no voy a ser yo quien te pregunte si quieres follarme. El día que te apetezca no tienes más que decirlo, yo siempre estoy dispuesta, ya te dije que a mí me encanta el sexo y me follo a todo el que me apetece. Si lo hago con el primero que pillo. ¿Por qué no voy a hacerlo contigo con todo lo que te quiero?

M.- Puff, no lo se, pero es que me daba mucha vergüenza.

D.- Ayyy tontorrón, seguro que te la has pelado un montón de veces pensando en mis tetas.

M.- ¡Ya te digo!  Casi todas las noches.

D.- ¡Que Bobo! No sabes lo que te has perdido, podías haberme follado todas los días el culito, que se que es tu debilidad, aunque a mí me gusta más tragarme tu leche, cuando te hice la mamada me supo a gloria.

Mientras decía esto había puesto la mano sobre mi pierna y la subía en dirección a mi tranca que estaba más que dispuesta, con facilidad desabrochó mi pantalón y la sacó mostrándose erecta ante ella.

D.- Ummm. ¡Como me gusta verla así! ¿Quieres que te pajee mientras ves la peli?

En ese momento recordé aquel día en que me contó la experiencia que tuvo con los amigos que la follaban en grupo y aquel señor que tenía gustos especiales y desee que continuase contándome más de ella.

M.- ¿Por qué no me cuentas más cosas de aquel señor?

D.- ¿De don Francisco? ¡Que guarrete! Pensaba que ya no te acordarías. Pero si te lo cuento no voy a poder chupártela al mismo tiempo.

M.- No importa, tu cuéntame qué paso después por favor.

Mi hermana se acomodó en el sofá y mientras acariciaba mi polla continuó el relato donde lo había dejado.

-------------------------------------- RELATO DE DIANA----------------------------------------------------

Como ya te dije, cuando vi que Rafa y Sergio cobraban a sus amigos por follar conmigo, les dejé y me marché de su piso, desde entonces no he vuelto a verles nunca, bueno, les he visto en alguna discoteca pero no ha sido lo mismo. Pero a don Francisco si, a él le he visto varias veces, una semana después de marcharme del piso recibí una llamada cuando estaba en la Universidad, era un número desconocido para mí y no respondí, pero al salir de clase volvieron a llamar y al contestar me llevé una sorpresa, era don Francisco que le había pedido el número a Sergio.

Me dijo que sentía lo que me habían hecho ellos y que esperaba que estuviese bien, pero que de momento había ascendido a Sergio porque era el compromiso que tenía, había quedado con él que si yo le satisfacía le ascendería en la empresa, y yo había acatado sobradamente sus deseos, por lo que había cumplido su palabra a pesar de conocer después el trato que me daba, pero esa no era cosa suya era algo entre Sergio y yo. Después me dijo que quería volver a verme, que estaba interesado en continuar con nuestra relación aunque entendería que yo no quisiera hacerlo, primero por la forma en que nos habíamos conocido y segundo por la diferencia de edad entre ambos.

Como me quedé en silencio me preguntó qué opinaba, y yo sin dudarlo le respondí que sí, que deseaba volver a estar con él. No sé si fue por su madurez o por la forma de tratarme y hablarme, pero me daba confianza y quería volver a verle, así que me embarqué en una nueva relación más difícil aun que la anterior, porque sabía que estaba casado y además intuía que le gustaban cosas especiales, pero  quizás por eso la hacía más excitante.

En ese mismo momento me dijo que aunque me propusiese cosas que nunca hubiese imaginado nunca debía decirle que no. Yo le respondí que eso no iba a suceder, que siempre haría todo lo que me pidiese como ya hice en el piso de Rafa. Para acabar la conversación me dijo que siempre debía estar atenta al teléfono y que el viernes me llamaría para decirme como quedábamos el sábado por la tarde.

Toda la semana estuve impaciente esperando cuando me llamaría y qué querría hacer, seguro que era algo nuevo, algo que era incapaz de imaginar, solo de pensarlo me excitaba y tenía que masturbarme en la cama por las noches. Por fin me llamó el viernes y me dijo que el sábado pasaría a recogerme en una calle determinada y debería llevar un vestido fino, muy corto y sin sujetador. Al acabar la conversación fui directamente al armario, saque todos mis vestidos y los puse sobre la cama, quería causarle buena impresión y para ello iba a elegir el más provocativo, no sabía dónde iba a llevarme, pero cuando entrase con él quería que todo el mundo nos admirase y viese la chica tan guapa y provocativa que llevaba del brazo. Me probé todos y al final elegí un vestido cortito blanco de gasa con tirantes. Estaba encantada porque mis grandes tetas se marcaban dándole forma y hacían que tuviese mucho vuelo y quedase vaporoso, debajo solo llevaría unas braguitas brasileñas de encaje que podría enseñarle con facilidad si él lo deseaba.

El sábado fui muy nerviosa al punto donde iba a recogerme, estaba tan excitada que mis pezones atravesaban prácticamente el vestido y me resultaba imposible disimularlo, así que todos los hombres que pasaban a mi lado me miraban con descaro y ya no sabía dónde meterme. Cuando al final llegó el coche me subí en el asiento delantero junto a él, venía de sport pero elegante, le pregunté donde íbamos y me respondió que eso daba igual, de momento a dar unas vueltas en el coche hasta que anocheciera.

Fuimos a un pub en un pueblo de la sierra y allí tomamos unas copas, cuando se hizo de noche me dijo que ya era la hora, entonces nos subimos al coche y condujo hasta llegar a un parking casi desierto en la carretera del Pardo, allí aparcó el coche y se quedó mirándome.

J.- Estás muy hermosa, me encanta el vestido que has elegido.

Yo sonreí agradecida, su tono de voz, su forma de hablarme casi me hipnotizaba.

J.- Bien, ahora harás todo lo que yo te diga. ¿Verdad? Absolutamente todo.

D.- Si claro, ya te lo dije.

F.- Bien, ahora sube tu vestido y enséñame las bragas.

Al ser un sitio público me sentí un poco cohibida, miré a los lados del coche y vi que había varios hombres pero estaban a cierta distancia, así que hice lo que me dijo, tiré del vestido hacia arriba hasta dejar a la vista mis pequeñas braguitas blancas, entonces él encendió la luz interior del coche, al hacerlo vi como los hombres se acercaban hasta el vehículo pegándose a las ventanillas, bajé rápidamente del vestido para taparme pero don Francisco sujetó mi mano y dijo que volviera a subirlo. Obediente volví a tirar de él hasta dejarlo recogido y mostrando nuevamente la braguita a los mirones que se agolpaban en las ventanillas.

F.- Muy bien mi niña, ahora tócate.

Le miré confusa, pero con un gesto de cabeza me dijo que lo hiciera. Una vez más atendí sus deseos y comencé a tocar mi vulva por encima de la telilla, deslicé mis dedos muy suavemente y noté que ya se había mojado, mi sexo reaccionaba muy rápido a cualquier caricia, al mismo tiempo miré a los hombres y vi que alguno ya había sacado su miembro y estaba tocándose frente a mí, aquello me excitó e hizo que metiese mis dedos bajo la braguita para acariciarme el clítoris y recorrer mi rajita con ellos.

Me había puesto a cien viendo a esos hombres mirándome, me gustaba que lo hicieran, así que recliné el asiento y empujé mis caderas hacia adelante, entonces aparté la braguita con una mano exponiendo mi sexo húmedo y abierto a sus miradas, disfruté contemplando como se movían nerviosos intentando encontrar la mejor forma de verlo, me sentí sucia y provocadora, subí mis caderas y las moví a un lado y a otro para ver como ellos alargaban la cabeza para no perder detalle, con dos dedos separé los pliegues de mi vagina dejándola totalmente expuesta para ellos, ahora podían ver mi sexo en toda su profundidad.

Comencé a pajearme y vi como esos desconocidos se masturbaban ante mí, en ese instante ya no fui capaz de controlarme, estaba supercachonda y necesitaba correrme de inmediato, cerré los ojos y aceleré el movimiento de mis dedos acariciándome el clítoris con una mano y follando mi coño con la otra, podía oír el chapoteo al entrar y salir de mi sexo, los metía y sacaba con enorme rapidez y cada vez intentaba clavarlos más adentro, me retorcía en el asiento y cuando abría los ojos podía ver los rostros viciosos de los hombres me miraban con auténtica lujuria.  – Si no fuese por el cristal seguro que me hubiesen follado todos. – Al pensar esto tuve la sensación de que me meaba, me había excitado tanto que había soltado una nueva descarga de flujo. ¿Cuántos eran? No podía contarlos pero al menos había seis o siete pervertidos disfrutando de aquel espectáculo pornográfico que les estaba ofreciendo.

Vi que me corría y empujé los dedos en el interior de mi coño mientras apretaba las piernas con fuerza, estaba teniendo una corrida bestial. Miré a don Francisco y vi como apagaba la luz interior, al instante los hombres se retiraron del vehículo dejándonos solos.

F.- ¿Te ha gustado?

D.- Ummm, siiii, ha sido estupendo.

F.- Bien, ahora desabróchame el pantalón y hazme una mamada.

Estaba tan satisfecha y relajada con lo que había disfrutado que sin esperar un segundo me incliné hacia él, desabroché el pantalón, saque su miembro y comencé a chuparlo despacio, quería hacerlo bien, deseaba que don Francisco quedase contento conmigo, para ello puse todo mi empeño y pasé mis labios a lo largo del tronco de su gruesa y dura verga, después me detuve en el glande y jugué con la punta de la lengua rozando el pequeño orificio, cuando vi que la polla se hinchaba aún más entre mis dedos me la metí en la boca chupándola una y otra vez.

En ese instante vi como abría la ventana de mi asiento, le miré extrañada pero él me dijo que continuase, al momento noté como una mano se metía bajo mi vestido y acariciaba mi sexo por encima de la braguita, me giré rápidamente y vi que era uno de los hombres de antes quien estaba apoyado en la ventana y con mucha destreza había apartado la braguita y recorría con sus dedos mi vulva que aún estaba húmeda y caliente.

Intenté incorporarme pero don Francisco no me dejó, sujetó mi cabeza con las manos y me pidió que siguiese, obediente me centré en seguir haciéndole la mamada como él deseaba pero también me giré para ver al hombre, era corpulento, vestía un chaquetón y tenía unos cuarenta años. Al ver como le miraba metió medio cuerpo dentro del coche y tiró del vestido hacia abajo dejando una de mis tetas al aire, con brusquedad se aferró a ella, como a pesar de tener una enorme mano no era capaz de abarcar todo el contorno de mi pecho, con sus dedos empezó a apretarlo y a retorcer el pezón mientras don Francisco miraba impasible.

Las sensaciones que me causaban los dedos acariciando mi sexo hicieron que me sofocase y contribuyese a facilitar la labor del hombre del chaquetón, con rapidez giré mis caderas separando mi culo del asiento de forma que pudiese meter la mano con más facilidad entre mis piernas. Él, al verlo, tomó confianza y deslizó los dedos por el surco de mis labios abriéndolos y penetrando mi sexo sin compasión, estos tan pronto acariciaban mi vulva como de repente se hundían con fuerza en mi sexo adentrándose hasta lo más profundo consiguiendo que me retorciese de gusto en el asiento, oí como de mi boca salían gemidos de placer que era incapaz de controlar, ese animal estaba castigando mis tetas y mi coño y a pesar de ello estaba disfrutando como una autentica perra.

Yo seguí chupando sin parar esperando que don Francisco se corriera, pero en lugar de ello le pidió al hombre que se alejara, a continuación me pidió a mí que saliera del coche y me dejara follar por ese desconocido, me quedé atónita, yo quería terminar la mamada para que él se corriera y sin embargo me pedía que parara. Le miré esperando que cambiase de idea, pero observé en su mirada que no admitía otra respuesta así que abrí la puerta y salí del vehículo, al hacerlo pude comprobar como los otros hombres que antes que habían estado mirando por la ventanilla y habían presenciado en primera fila mi corrida, ahora estaban de nuevo junto al coche expectantes, no sabía como reaccionar, sentía vergüenza porque todos ellos habían visto como les enseñaba mi sexo y me masturbaba, pero me daba aún mas vergüenza pensar que ahora iban a ver como espectadores privilegiados como me follaba su compañero. En ese instante me di cuenta que tenía uno de mis pechos fuera, intenté taparlo pero don Francisco me lo impidió.

F.- No lo tapes, ahora quítate las braguitas, inclínate hacia adentro y apoya las manos en el asiento.

Allí de pie, delante de todos los mirones, me quité las braguitas, me incliné hacia adentro y apoyé las manos en el asiento como él me había pedido, al tocarlo pude notar que estaba mojado de la corrida anterior, mis flujos lo habían empapado por completo.

F.- Ahora dile que estás a su disposición, puede hacer contigo lo que quiera.

Me giré hacia el hombre del chaquetón y le pedí que me follara, me daba reparo y hasta cierto asco porque no sabía cómo era ni las condiciones higiénicas que tenía, pero fui incapaz de negarme. El hombre me miró sorprendido y rápidamente se aproximó de nuevo al coche, sin esperar un segundo subió mi vestido por encima de las caderas y se preparó para meter su verga en mi coño, entonces don Francisco dijo que antes se pusiera un preservativo.

Él respondió que no tenía, pero otro chico que había junto a él dijo que podía dejarle uno, se lo pasó al hombre del chaquetón y éste intentó ponérselo, pero como la polla no estaba lo suficientemente dura tenía dificultades para conseguirlo, al verlo, me arrodillé frente a él y se lo puse lo mejor que mis nervios me permitieron, entonces él me giró, me puso de nuevo apoyada en el asiento y penetró mi coño desde atrás, inmediatamente cogió mis tetas entre sus manos y comenzó a apretarlas sin ningún cuidado, sus dedos las amasaban y retorcían los pezones con urgencia, como si le fuese la vida en ello, sabía que nunca volvería a tener unas tetas tan magnificas como las mías a su disposición y quería disfrutarlas a gusto. Al mismo tiempo que las manoseaba golpeaba con sus caderas mis nalgas desnudas una y otra vez intentando meter su flácido pene en mi sexo abierto y empapado, aquella situación tan extraña me causaba temor y excitación al mismo tiempo.

Me giré para ver al hombre y éste empujó sus caderas con fuerza contra mis glúteos logrando que yo casi cayera sobre el asiento, estaba claro que no quería que le viese, sus penetraciones eran rápidas y descontroladas, sin darme tiempo de empezar a disfrutar noté como estrujaba con rabia mis tetas y se retiraba de mi interior, no supe si es que se había corrido o es que la polla se le había encogido del todo, lo cierto es que no llegué a disfrutar lo más mínimo.

Entonces don Francisco me dio una nueva orden, tenía que follarme a otro tío de los que estaban allí, me giré y le pedí al chico que había dejado el preservativo que me follase él también. Éste se acercó rápidamente y se puso un preservativo con mi ayuda, volví a apoyarme en el asiento y entonces noté como el muchacho me embestía desde atrás clavándome la polla sin ninguna dificultad, estaba tan mojada que podrían follarme cuantas veces quisieran.

F.- Así está mejor, muévete bien para que te folle a gusto.

Don Francisco me miró sin inmutarse mientras el chaval me empotraba desde atrás penetrando una y otra vez mi coño húmedo, me agarraba con fuerza por las caderas y se impulsaba con ímpetu para enterrar su verga en mi sexo que ahora ya si estaba comenzando a disfrutar.

D.- Ummm.

Don Francisco acarició mis tetas, primero con suavidad, pasando los dedos por las areolas y rozando levemente los pezones, pero sabía que eso no era lo que yo deseaba, así que me miró a los ojos esperando que se lo pidiera. Con un movimiento de cabeza asentí y entonces él los retorció entre sus dedos arrancando de mis labios lo que él esperaba.

D.- ¡¡Siiii!! Así me gusta, ahora si.

En ese momento estaba en la gloria, me estaban follando duro mientras castigaban mis tetas, justo lo que a mí me gustaba. Me incorporé un poco y vi como había otros hombres junto al coche mirando como me follaban, sin duda estaban esperando su turno, algunos estaban con la polla en la mano cascándosela sin parar mientras otros simplemente observaban. Espoleada por la situación empecé a mover mis caderas con rapidez acompasándome a las penetraciones de mi follador desconocido, éste resoplaba sin parar mientras empujaba repetidamente estrellando su pelvis contra mis expuestas nalgas. De vez en cuando notaba como algún mirón se acercaba y acariciaba mi culo con su mano, alguno incluso me daba una nalgada y se retiraba rápidamente.

En un momento determinado pude ver como don Francisco dejaba de tocarme las tetas, entonces sentí como eran otras manos las que lo hacían desde atrás, giré mi cabeza y vi un hombre arrodillado junto a mis pies que alargaba los brazos para poder magrear mis tetas y pellizcar mis pezones, después se giró, llevó una de las manos entre mis piernas y empezó a acariciar mi clítoris con destreza. Uffff, aquello era demasiado, sentía tanto placer que sabía que no iba a aguantar mucho más, instantes después me corrí de la forma más escandalosa que hubiese imaginado, de mi boca salieron barbaridades pidiendo más. Poco después sentí como el chaval se corría y se dejaba caer sobre mi espalda, entonces le pregunté a don Francisco si tenía que follarme alguno más, él riendo respondió que ya estaba bien por ese día.

Me puse las braguitas, arreglé mi vestido, me monté en el coche y nos marchamos de allí. Después me llevó a un hotel de carretera donde acabé de hacerle la mamada y más tarde me folló a su gusto.

                                                                                                                                            

En ese momento vi a mi hermanita mirándome con una sonrisa en la cara.

DIANA.- ¡Joder hermanito! Te has puesto muy cachondo con la historia.

M.- ¿Qué esperabas? Es que haces unas cosas que no podía ni imaginar. ¿De verdad dejaste que te follaran dos desconocidos en un aparcamiento?

D.- Siii, ya te lo he dicho, lo que te he contado es todo cierto.

Mientras hablaba conmigo seguía masajeando mi polla sin parar. Yo notaba como la tenía hinchada y casi dolorida, pero no quería correrme aún, deseaba que me contase muchas más cosas sobre ella, quería saber todo lo que había hecho mi hermana, además, si me corría con una paja iba a perder la oportunidad de follármela.

M.- Ufff, espera un poquito Dianita, deja de tocármela o me voy a correr antes de tiempo.

D.- ¿Qué más da? Lo importante es correrse.

Al decir esto se inclinó para metérsela en la boca, pero yo la paré diciendo que aún no, prefería esperar y que me contase más de su vida sexual.

D.- A ver. ¿Qué es lo que quieres saber?

M.- No se. ¿Don Francisco volvió a hacerte aquello de la otra vez?

D.- ¿Aquello? ¿A qué te refieres?

M.- Jo Dianita, lo que me contaste la otra vez.

D.- Ahhhh, ya se a qué te refieres cochinorro. ¿De verdad solo tienes interés en saberlo o tienes más interés en hacerlo?

Me quedé sin saber que responder y ante mi duda ella me cogió de la mano.

D.- Ven, sígueme.

Me guió por el pasillo hasta llegar al baño, allí se puso frente a mí y se quitó la camisetilla dejando a la vista sus maravillosas y turgentes tetas, podía ver a un metro de distancia las areolas rosadas y los pezones grandes y erectos que apuntaban hacia mí. Después se quitó el pantalón mostrándome sus diminutas braguitas rosas, entre el encaje se podían ver los pelillos recortados de su pubis. Mirándome movió sus caderas y me preguntó si me gustaban. – ¿Qué si me gustaban? ¡Joder! Estaba espectacular. – Con un movimiento lento se las fue bajando hasta sacárselas por los pies, después me cogió de la mano y me guió hasta que ella se metió en la ducha, después se arrodilló frente a mí.

D.- Vamos hermanito, acércate un poco más.

Me aproximé y ella tiró de mis pantalones hacia abajo, mi polla saltó como un resorte quedando a escasos centímetros de su boca.

D.- Ummm, ahora no toca chupar, eso lo dejamos para más tarde.

Con cara de niña viciosa comenzó a acariciarse las tetas mirándome y pasando la lengua por los labios.

D.- ¡Vamos! ¡Hazlo! Se que lo deseas.

Allí tenía a mi hermanita, de rodillas frente a mí con esa carita angelical pidiéndome que la mease encima, pero sentía vergüenza y no era capaz de hacerlo.

D.- ¡Vamos niñato! Estás deseándolo, riega las tetas de tu hermanita.

Casi sin darme cuenta vi como un fino hilo salía de mi polla estrellándose contra el pecho de mi hermana. Al verlo, movió sus tetas de forma que el líquido se esparciese por ambas. Entonces subió la vista hacia mí, me sonrió, cerró los ojos y abrió la boquita ofreciéndomela, dude un momento pero enseguida oriente mi polla hacia ella y dirigí mi liquido amarillo a su boca, pude ver como abría y cerraba los labios permitiendo que la lluvia dorada entrase inundando su boca, unas veces lo tragaba y otras lo expulsaba deslizándose por su barbilla y cayendo sobre sus tetas que subían y bajaban de forma acelerada, miré más abajo y vi que estaba haciéndose un dedo. – ¡Joder! La perra de mi hermanita está disfrutando mientras me meo en su boquita. –

Cuando terminé y ya no salía más liquido de mi pene, Diana abrió los ojos y sonriéndome cogió mi polla entre sus manos y se la metía en la boca chupándola con desesperación, yo aún podía ver los restos de mi líquido amarillo deslizándose por su piel y ella seguía masturbándose sin parar.

D.- Ummm, me encanta hermanito, me gusta tu polla, ahora quiero que te corras en mi boca.

Comenzó a mamarla como la gran experta que era, pasaba su lengua por el tronco hasta llegar a los huevos para después hacer el recorrido inverso, succionaba con verdadera pericia el glande apretando los labios y a continuación se la metía enterita en la boca. Notó que yo me tensaba y supo que estaba a punto.

D.- ¡Vamos hermanito! Córrete en mi boca, dámela toda.

Cerró los labios alrededor de mi capullo y comenzó a pajearme hasta que un latigazo salió de mi verga golpeando su garganta, pude notar como se lo tragaba sin dejar de pajearme y succionar mi glande.

D.- Ummm. ¡Que rico! Me encanta tragar tu semen, tenemos que hacerlo más a menudo.

Me pidió que me fuese al salón mientras ella se duchaba, cuando vino llevaba un camisoncito cortito y transparente sin nada debajo, sus tetas gravitaban al caminar dándole un aspecto muy sensual y su vello púbico aparecía por el borde inferior coronando ese coñito que yo estaba deseando follarme.

Sin duda venía pidiendo guerra.

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