lunes, 13 de octubre de 2014

Doble sorpresa en el bus nocturno

Sara se introdujo con sus amigas en el bus nocturno como puedo. El vehículo estaba lleno a rebosar en aquellas paradas cercanas a la zona de marcha de la ciudad.

A sus 30 años, había salido con varias amigas de marcha y volvían a sus casas tras una noche loca de fiesta. La joven lucía un vestido corto de verano color coral, muy ceñito y con escote en forma de uve. Sus largas piernas resaltaban, así como su culito redondito marcado por aquella prenda.

El grupo de amigas se percató en seguida de los comentarios de los chicos que poblaban el bus dirigidos hacia ellas. Los ignoraron, y pronto Sara se quedó sola cuando sus amigas se fueron.

El Autobús no estaba tan ello pero seguía sin haber sitio para sentarse.

De repente, notó que alguien le tocó el culo. Aquella noche, más de una vez se lo habían rozado, pero aquello era más un agarre a propósito que algo al azar. Se giró, y una chica rubia con un vestido azul le devolvió la mirada, levantando una ceja e inclinando la barbilla hacia un chico cercano. Sara se dispuso a decirle algo, cuando otra vez notó algo en el culo.

El bus se paró, y entró más gente, quedando la joven apretada entre los pasajeros. En frente tenía a un desconocido que debía de acercarse a los 40 años. Éste le sonrió, y ella desvió la mirada hacia otro lado. El bus se paró, y del ímpetu chocó contra el hombre. Sus amigas se despidieron sin poder llegar hasta donde estaba para darle un beso, y el trayecto continuó.

El desconocido no había hecho por apartarse y seguía pegado a ella. Sara no podía maniobrar hacia los lados o atrás, ya que estaba igualmente encajada.

De repente, notó como alguien le había metido la mano por debajo del vestido y le apretaba la nalga derecha. Se giró como pudo, pero no pudo descifrar quién había sido. El hombre que había tenido antes de frente, se apoyó sobre su culo. La chica pudo notar como el tío se rozaba al ritmo de los vaivenes del autobús. Aquel hombre debía de estar muy excitado, ya que notaba algo muy duro a la altura de su paquete.

El hombre, confiado, le agarró el culo. Ella le rechazó, pero él volvió a la carga insistentemente.
Aquella situación estaba empezando a pasar del agobio a la excitación. Sara rechazaba su mano con cada vez menos ímpetu. En la siguiente parada un asiento quedó libre, y ella, sin pensarlo, se lanzó a sentarse en él.

El hombre la miraba sonriente, y ella decidió concentrarse en el móvil.

Notó un contacto en la pierna y levantó la mirada furiosa hacia el hombre. Para sorpresa suya, éste la miraba sonriente con sus manos claramente visibles. Se giró hacia un lado y pudo comprobar que tenía una fina mano posada suavemente sobre su pierna desnuda. La mano no pertenecía a otra persona sino que a la chica rubia con el vestido azul de antes. Su pelo liso caía hacia un lado y sus rasgos inocentes la sonreían en ese momento. Sara estaba desconcertada. La chica se inclinó hacia ella y le dijo:

-          No te asustes. Hola, me llamo Clara.

Le dio dos besos y Sara apenas los lanzó al aire.

-          No me digas que en el fondo no te han gustado un poco los roces de antes.

-          Yo… – Sara se interrumpió cuando Clara desplazó la mano hasta su rodilla. – Verás, no sé si entiendo lo que está pasando.

-          Ja, ja, ja – Clara la miró con picardía. Su pulgar le acariciaba con delicadeza en el punto exacto con el que poner más nerviosa a Sara. – Es muy fácil. ¿Cómo te llamas?

-          Sara.

-          Pues verás Sara. Aquí casi todos van con una copa de más, y a los que veas solos, seguramente se habrán quedado con ganas de pillar cacho esta noche.

-          Sí, pero, ¿y tú?

-          Yo… ja, ja, ja. ¡Yo también! Seguro que todo esto te ha excitado.

-          Uff, no me puedo creer que esté teniendo esta conversación.

-          Bueno, no te pongas nerviosa. Mira lo que voy a hacer. Si te gusta lo que ves, luego te toca a ti.

Clara se levantó, y colocó delante de su nueva amiga. Su precioso torso estaba muy estirado, y más de uno en el bus se la quedó mirando; la chica estaba muy delgada, pero exhibía unos pechos grandes en comparación del resto del cuerpo.  “Operada”, pensó Sara.
Clara echó una ojeada atrás y pudo ver como el hombre mayor que antes había acosado a Sara estaba justo detrás de ella. Clara se inclinó un poco hacia atrás e hizo contacto con su culo contra el paquete del hombre.

Éste miró a Sara, y sonriendo apoyó ambas manos en las caderas de la chica. Se apretó contra aquel culito respingón, y Clara empezó a contonearse ligeramente hacia arriba y hacia abajo.

El desconocido bajó sus manos y apretó las nalgas de su nueva amiga. La escena era cada vez más caliente y justo cuando el tío ya estaba subiéndole la parte baja del vestido desvelando casi sus braguitas, Clara se retiró y se sentó.

-          ¡Vega, te toca!

Sara, sin saber muy bien qué hacía, se levantó. Miró a Clara, y antes de que tuviera tiempo de darse la vuelta, el desconocido se le echó encima. Pegó su cuerpo de frente contra el suyo.

Ella no se movió, pero notó la excitación de él pegada dura contra su vientre. Miró a Clara, y ésta le levantó un pulgar en signo de aprobación. El hombre le besó el cuello sin prisas, hasta llegar a sus labios. Al principio le rechazó, pero al final él terminó abriéndose paso dentro de su boca con su lengua. Los besos eran pasionales, y Sara se dio cuenta que estaba muy excitada. Contoneó su cadera al ritmo con en el que el desconocido movía la suya.

-          Soy Sara, ¿Cómo te llamas? – consiguió articular.

-          Delfín. Estás muy buena Sara.

El hombre subió sus manos hasta agarrar las tetas de la chica. Las juntó, las estrujó y las manoseó ante la atenta mirada de Clara.

-          Te follaría aquí mismo Sara.  – Delfín metió su mano bajo el vestido y empezó a masturbarla por encima el tanga.

-          Ufffff – dijo acalorada.

El autobús se detuvo en una parada.

-          Me bajó aquí. ¿Venís? – dijo Clara al pasar por delante de ellos.

Sin pensárselo, Sara la siguió, y con un bulto en el pantalón, también lo hizo Delfín.

Una vez fuera del autobús, Delfín y Clara se presentaron, y todos se encaminaron al piso de esta.

En el ascensor, la tranquilidad del paseo desde la parada del bus se rompió. Clara cogió a Sara de las caderas de frente y Delfín se pegó a su espalda. Volvió a sentir lo que sería el pene erecto del hombre en su culo.  El hombre le acariciaba los brazos y besaba el cuello mientras que se frotaba contra su culo. La rubia empezó a besarla con mucho morbo.

Entraron en la casa y mientras Clara iba a dejar las llaves y el bolso, Delfín atacó a Sara: la agarró por la cintura, la atrajo hacia sí, y la besó con fiereza. El impulso hizo que poco a poco aquella pasión derivara en que Sara acabara pegada a una pared mientras el lotazo continuaba. Las manos de él subieron desde la cadera a la cintura, y desde allí a los laterales de los pequeños pero bellos pechos de la chica. Estos se juntaron en el escote de su vestido de verano y Delfín hundió su cabeza entre ellos chupando sin parar.

-          Vaya nervios que me has hecho pasar en el autobús – le dijo Sara mientras le palpaba e paquete.

-          Pues ahora te los voy a quitar.

Delfín se empezó a bajar los pantalones y los apartó a un lado.

-          ¿No me esperáis? – dijo Clara con falsa indignación.

-          Sírvete tú misma – le contestó Sara.

Clara se acercó al chico, le bajó los calzoncillos y le agarró el pene. Le besó, y mientras lo hacía se la meneó un poco. La chica se agachó, y su sitio fue reemplazado rápidamente por Sara, quien continuó besándose con él.

La rubia se dedicó a dar lametones a aquella polla volviendo loco a su porteador.

-          ¿Por qué no chupas tú también? – le dijo el chico a Sara.

Ella le sonrió, se arrodilló junto a su amiga, la cual no paraba de chupar con la lengua. Sara se pegó más, y chupó los testículos del hombre, quien tenía en esos momentos los ojos en blanco de puro placer. Cada una empezó a chupar aquel falo por un lado, chocando más de una vez sus respectivas lenguas. Sara rompió aquel combate y  agarrando el pene por la base, se lo metió en la boca. Aplicó una lenta felación mientras que su amiga chupaba los huecos libres que encontraba.  Clara buscó con su lengua la de la otra chica, y ambas acabaron morreándose intercambiando lametones con el pene del chico. Finalmente la rubia se puso a mamar a toda velocidad mientras Sara le chupaba los pezones a Delfín.

-          Yo también quiero que me lo coman – dijo Clara.- Sara, desnúdame…

La aludida obedeció, y le quitó el vestidito azul. Delfín se ocupó del sujetador y dejó al aire unas preciosas y buenas tetas operadas. Sara empezó a bajarle las braguitas, y de repente se quedó quieta dando un gritito.

Ante ella, a medio salir, nacía un pene donde debiera de haber estado un coño en el cuerpo de Clara.

-          Qué… pero…. ¿Tú lo sabías? – preguntó a Delfín.

-          Me lo imaginaba…

-          ¿Y por qué no me dijiste nada?

-          A mí me da morbo, pensaba que tú también lo sabías.

-          Pues…

-          Bueno, ya tendréis tiempo de pensarlo. ¿Me la vais a chupar, o no?

Delfín agarró aquel pene, tan extraño en ese cuerpo tan femenino y se lo ofreció a Sara.

-          Las damas primero – dijo sonriente.

Sara lo agarró, y sin pensárselo mucho más, se lo metió en la boca. Delfín se masturbaba contemplando la escena.

-          ¿Y tú, no quieres probar?

Delfín, curioso, agarró el pene. Era la primera vez que lo hacía en su vida, y se notó extraño sosteniendo uno que no fuera el suyo. Lo notaba duro y pesado, pero a la vez suave en su mano.

-          Vamos, sin miedo.

El chico se lo acercó a la boca, y se lo introdujo lentamente en su interior. Fue muy extraño, como comer una salchicha pero con cuidado.

-          Así, muy bien, lo haces muy bien.

Sara le cogió la cabeza y empezó a movérsela más rápido, empujando con sus manos.

-          ¿Ahora entiendes lo que sentimos las chicas? Ja, ja, ja.

-          Me vengaré – dijo tras sacársela de la boca – te voy a hacer gritar como una perra.

-          Seguro que sí, y a mí también. Sara, arrodíllate aquí…

La chica obedeció, y Delfín y él se pusieron frente a ella.

Sara agarró ambos penes y empezó a masturbarlos en perfecta sincronización. Se metió el pene de Clara en la boca y lo mamó como una profesional. Cambió rápido al de Delfín, provocando un gemido por su parte.

La chica se con ahínco esforzaba en satisfacer a las otras dos personas.

Delfín se separó y colocó su cabeza entre las piernas de Sara. Tras un gemido de ésta, Clara supo en seguida que la lengua del hombre había entrado en funcionamiento de nuevo.

-          Para un poco, que se desconcentra – se quejó Clara.

-          Sí, le voy a dar esto, que le gustará más. – respondió el aludido con una sonrisa maliciosa mientras se agarraba el pene.

-          Vamos al dormitorio – dijo la dueña de la casa.

Una vez los tres en la cama, Delfín ayudó a colocarse  a Sara a cuatro patas. El hombre agarró aquel suave y terso culito y se pegó a él. Su polla rozó una zona extremadamente caliente y pringosa y empujó con la cadera. Sintió como hizo diana y poco a poco su pene se fue introduciendo en la vagina de la joven.

Sara se mordía los labios y miraba para atrás hasta que algo le golpeó en la cara. Sonrió a Clara, y agarró su pene llevándolo hasta la boca.

Se la mamó al mismo ritmo al que Delfín la estaba follando mientras Clara le acariciaba el pelo con cariño.

Delfín aceleró el ritmo y Sara tuvo que dejar de chupar.

-          Ahora me toca a mí, y te pienso follar bien duro.

Cuando el hombre paró, Clara ocupó su lugar. Se la metió muy lentamente, e inició un pausado mete-saca que la volvió loca. Delfín le chupaba las tetas al shemale mientras ésta le masturbaba.

Clara aumentó el ritmo y empezó a follar más rápido incluso que quien antes ocupaba su puesto. Desde su posición, al ver aquel cuerpo tan femenino, parecía más que estuviera cabalgando que no lo que estaba sucediendo.

Sara miró hacia atrás y pudo ver a Delfín de pies sobre la cama y a Clara chupándosela a buen ritmo. Había que reconocer que tenía buena coordinación.  Tenía que reconocer que en aquellos momentos Clara le estaba haciendo disfrutar más de lo que lo hizo Delfín.

-          Vamos a hacer una cosa – dijo Clara parando el ritmo del momento – Túmbate de lado Delfín, luego yo, y la última Sara. Así muy bien – dijo tras estar los tres colocados.

-          ¿Y ahora? – preguntó el hombre.

-          Ahora haremos una escalera de mamadas.

Todos entendieron la idea al momento y pronto Clara se la chupó a Delfín y Sara a Clara.  El hombre movía sus manos de las tetas de Clara hasta la cabeza de Sara disfrutando como un gorrino.

-          Pobre Sara, ahora mismo es la única que no está disfrutando.

-          No te creas, a mí me pone esto.

-          Ja, ja, ja. ¿Sí? Pues a ver si te pone esto – Clara se puso con el culo en pompa. – ¡Chupa!

Sin dudarlo, Sara obedeció y metió la cabeza entre aquellas nalgas. Encontró el ano y lo lamió tímidamente.

-          Más, más.

La chica sintió un frescor en su culo cuando su amiga profundizó más.

-          Eso es, así. Déjamelo bien preparadito… que quiero que aquí el amigo me la meta.

Clara se levantó y empujó a Delfín para que quedara tumbado.

-          ¡Fóllame el culo!

El shemale se encaramó, de espaldas, sobre el hombre. Con cuidado, introdujo el pene de éste en su culo. La chica empezó a cabalgar lentamente.

Sara observó cómo aquel pene tan extraño en ese cuerpo se movía como una rama mecida por el viento. Decidida, agarró aquella polla aún en erección y la masturbó.

-          Joder Clara, ¡qué culo tan apretado tienes!

-          Sí, mmmm, ¡rómpemelo!

El hombre aumentó el ritmo y Sara besó a Clara. Chupó sus tetas disfrutando de la escena, y tras volver a agarrarle el pene, lo dirigió hacia su boca. Era una locura chuparlo, porque el movimiento dificultaba las cosas.

-          Ufff, qué bueno. Ahora tú.

-          ¡Pero no por el mismo sitio!

Los tres rieron y Sara ocupó el puesto de Clara. Estaba muy excitada, y tras meterse el pene de delfín, empezó a cabalgarle rápidamente. Clara la masturbaba, la chupaba y mordisqueaba sus tetita y la besaba con mucha lujuria. En un momento dado, del ímpetu de la cabalgada, el pene de Delfín se salió, y antes de reenganchar, Clara lo agarró y lo chupó a toda velocidad. Las manos del hombre le estrujaron las tetitas con devoción.

-          Venga, no me dejéis así.

-          ¡Claro que no!

Delfín se levantó, y colocó a Sara tumbada boca arriba en la cama.

-          ¡Te voy a follar hasta que te corras!

Agarró su pene, se la metió de un empujón y empezó a follarla como si fuera el último polvo de su vida. Ella gritaba, y pronto sintió un cosquilleo que terminó en un gran orgasmo. Ella se dejó caer con la respiración entrecortada hacia un lado.

-          ¿Qué te parece sin nos corremos en su cara? – Preguntó Clara.

-          Ahora mismo creo que se dejaría hacer cualquier cosa.

Ayudaron a Sara a sentarse contra el cabecero de la cama y ambos se masturbaron en frente suya. De vez en cuando Sara les daba alguna chupadita.

El primero en correrse fue Delfín. Se masturbaba a toda velocidad y un gran chorro salió con fuerza impactando en la barbilla de la chica y salpicando a Clara. El resto se derramó sobre sus pechos. Clara se masturbaba más lentamente, y tras un gemido profundo, un hilo espeso de semen se derramó hacia abajo cayendo sobre los labios de la chica; un segundo sobre sus mejillas y el resto sobre su barbilla.

Los tres descansaron durante unos minutos, después se fueron a duchar por turnos.

Una vez todos vestidos, Sara le dijo a Clara:

-          Cualquiera diría lo que escondes.

-          ¡Gracias! Ji, ji, ji –respondió de forma coqueta.

Se despidieron, y cada uno se dirigió a su casa, con la promesa en los labios de volver a encontrarse otro día.

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