martes, 16 de diciembre de 2014

María es adicta a mi semen (1 a 3)

“Luego comenzó a sacarla lentamente de su boca, mirándome a los ojos con pura lascivia, se dejó dentro tan solo el capullo y empezó a succionar y lamerlo con su lengua.”
Me encontré con María en el autobús de vuelta a casa. Yo venía de mirar unos libros en la librería y cuando subí al autobús me senté en uno de los asientos del medio. Al cabo de un rato subió ella y cuando pasó a mi lado nos miramos y enseguida nos reconocimos.
- ¡Hey, María!
- ¡Hombre, Juan! ¿Cómo tú por aquí?
- Pues vengo de mirar unos libros y eso, ¿Quieres sentarte?
María se desabrochó el abrigo que llevaba y descubrí un cuerpo de esos que quitan el hipo. Hacía tiempo que no la veía y aunque ella siempre ha sido muy guapa, en este tiempo se había puesto muy pero que muy buena. Ella es de estatura mediana, melena castaña y ojos negros.
Mientras se quitaba el abrigo pude deleitarme mirando esas dos tetazas enormes que tiene. El sujetador que llevaba debía ser muy fino pues le marcaba los pezones una barbaridad bajo la camiseta ajustada. Tenía puestos unos pantalones blancos de algodón, también muy ajustados, que le marcaban la rajita del coño. Mi paquete reaccionó alegremente ante el espectáculo, después ella se sentó a mi lado.
El autobús se llenó y comenzamos el trayecto. Durante el camino estuvimos hablando de todo un poco, yo no dejaba pasar las ocasiones en que ella miraba para otro lado para admirar su cuerpo, además ahora con una mejor vista de su escote que me dejaba verle el sujetador blanco. Me estaba poniendo malo por momentos. En alguna ocasión estuvo muy cerca de pillarme y yo también me fijé en que de vez en cuando se le iban los ojos a mi entrepierna con disimulo.
Estábamos a punto de llegar y me dijo:
- Oye, a ver si quedamos un día y nos tomamos algo.
- Pues cuando quieras, estos días no tengo mucho que hacer.
- Pues yo voy a casa ahora ¿Te apetece venir?
- Pues claro.
Y así nos fuimos hasta su casa, descubrí que se había mudado a una casa no muy lejos de la mía. Al llegar al portal le dije:
- O sea que somos vecinos… ¡Y yo sin saberlo!
- Ja, ja, sí, así podremos quedar más a menudo. Ven, es por aquí.
Ella abrió la puerta del portal y entró, yo la seguí. Al subir las escaleras no podía dejar de mirarle el culo, que aparecía y desaparecía bajo el abrigo. Mi polla empezaba a reaccionar ante el espectáculo.
Llegamos a su casa y colgamos lo abrigos. El apartamento era acogedor, ni muy grande ni muy pequeño. Ella me enseñó un poco la casa y luego nos sentamos en su sofá a tomar un refresco.
- ¿Vives sola?
- Pues sí, tenía novio pero lo dejamos hace ya un par de meses.
- Vaya… bueno, él se lo pierde, je, je.
- Ja, ja, pues sí. Oye y tú, ¿Sales con alguien?
- Que va, solo alguna amiga ‘con derecho a roce’ y de vez en cuando.
- Je, je, ya sabía yo, si es que no estás nada mal.
- Pues tú estás muy buena creo yo.
Tras decir esto ella se mordió el labio. Yo me mojé los míos y me acerqué un poco para tantear. Ella se acercó y nos comenzamos a enrollar. Qué boca más rica tiene María. Enseguida las manos se nos fueron primero a la cara y luego fuimos bajando, yo recorriendo sus hombros hasta llegar a sus tetazas que acaricié por encima del vestido, ella por mi cuello y pasando por mi pecho hasta mi cintura, donde introdujo un par de dedos por el pantalón y bajo los boxer.
Mi polla estaba poniéndose más dura a cada instante, ella no tardó en notarlo pues desabrochó mi pantalón y me puso la mano encima del paquete. Yo mientras tanto había metido mi mano en su entrepierna y me dedicaba a acariciar su rajita que estaba empapada a través del fino algodón.
- Joder, menudo juguete tienes ahí – dijo ella al sentir mi polla semi erecta.
- Sigue sobándola así y se pondrá más gorda aún.
- Eso lo quiero ver.
- Con mucho gusto – dije mientras me quitaba los pantalones y los boxer y dejaba libre mi polla semi erecta.
- Me voy a comer esta polla enterita, quiero sentirla crecer en mi boca – dijo ella mientras agarraba la base y la apuntaba en dirección a su boca.
María se metió parte de mi polla hasta la campanilla y allí la dejó, jugando con su lengua mientras crecía hasta ponerse completamente dura. Sentía el calor de su boca y la humedad de su lengua abrazando mi polla, parecía que se me iba a derretir con tanto placer.
Luego comenzó a sacarla lentamente de su boca, mirándome a los ojos con pura lascivia, se dejó dentro tan solo el capullo y empezó a succionar y lamerlo con su lengua. A todo esta ella estaba sentada en el sofá, con los pantalones aún puestos, yo le sobaba una teta por debajo del sujetador, jugando con su pezón, pellizcándolo y amasando esa forma divina.
Mientras ella me seguía chupando la polla yo le desabroché el sujetador. Ella se quitó casi con desesperación la camiseta y el sujetador y volvió a agarrar mi polla y se la metió de nuevo en la boca, ahora engulléndola toda hasta la garganta y sacándola lentamente. Yo estaba en la gloria mi polla a reventar sintiendo cada rincón de su boca.
- Te voy a quitar los pantalones, no dejes de chupar.
- Ni se me ocurriría.
Y como pude mientras ella me seguía haciendo una mamada de campeonato, le quité los pantalones como pude. Al bajarlos a la altura de la entrepierna se quedaron literalmente pegados de lo mojado que tenía el coño.
- Joder, estás chorreando, ¿no te da vergüenza? – le dije yo en broma
- Un poco ¿Vas a castigarme?
- Me temo que sí, espera un momento.
Hice ademán de ir a sentarme pero ella me agarró con firmeza la polla apoyándola en su barbilla y con tono de gravedad me dijo:
- Juan, tienes que saber algo.
Me quedé un poco sorprendido y le contesté:
- ¿Qué?
- Pues que tengo una pequeña adicción a chupar pollas.
- Je, je – me reí yo pensando que me lo decía en broma pero ella hizo hincapié.
- No te rías, te lo digo muy en serio. Podría estar durante horas chupando polla. No hay nada en este mundo que me guste más que comerme una buena polla y dejarla completamente seca hasta que escupa el último grumo en mi boca.
Creo que eso fue lo más bonito que había oído en mi vida. Y tenía la suerte de que era mi polla la que se iba a llevar tal homenaje.
- Entonces estás de suerte porque siendo así no voy a dejar de follarte la boca y dejar que me la chupes hasta que le saques la última gota.
María oyó esto y se puso como loca a chupar de nuevo. Ahora me pajeaba subiendo y bajando sumano pegada a sus labios mientras me chupaba. Movía la muñeca en círculos con una suavidad increíble, se notaba que le gustaba de verdad. Con la otra mano empezó a darme un masaje en los huevos, apretando con sus dedos de vez en cuando en mi peritoneo para bombear más sangre.
- Ahhh, así, chúpame la polla, cómetela toda, me estás matando de gusto – le decía yo al tiempo que le sobaba las tetazas y le pellizcaba los pezones.
Ella aceleraba el ritmo y yo creía que me iba a correr en cualquier momento. Pero ella sabía cómo hacerlo y cuando veía que me faltaba poco, dejaba de chuparla empujando mi polla sobre mi vientre con una mano y comenzaba a chupar mis huevos. Se metía uno en la boca, se deleitaba chupándolo, lo succionaba y lo sacaba sonoramente. Luego se iba a por el otro y mientras tanto agarraba mi polla de nuevo y seguía pajeándome.
- Te voy a follar por la boca.
- Eso, cabrón, fóllame toda la boca, métemela hasta la garganta.
Dicho y hecho, le agarré la melena con una mano y le hice una coleta y comencé a follármela por la boca. Mi polla estaba cubierta de saliva, toda brillante.
- Suelta mi polla, sin manos.
Ella obedeció y yo comencé a follármela con más intensidad. Estaba usando literalmente su cabeza como si fuera un objeto para hacerme una paja con ella. Al poco sus babas rebosaban de sus labios y resbalaban por toda la longitud de mi mástil hasta los huevos, empezaba a formarse un charco en el suelo.
- Toma polla, zorra. ¿Te gusta chupar mi polla verdad?
Ella intentaba asentir mientras mi polla entraba y salía de su boca. Entonces le agarré la cabeza con las dos manos y la empujé contra el respaldo del sofá. Yo le metía la polla hasta la garganta y la dejaba ahí hasta que ella se empezaba a ahogar, momento en el cual la sacaba lentamente y repetía la operación.
- Seguro que te mueres por una buena corrida, ¿A que sí? – dije quitándole la polla de la boca.
Ella intentaba alcanzarla con desesperación pero yo no la dejaba. En lugar de eso, agarraba firmemente mi polla con mi mano y la abofeteaba los mofletes.
- Ahh, si la quiero, sí – ella se pajeaba al tiempo que mi polla le golpeaba la cara.
- No te oigo bien, ¿Cómo se dice?
- Quiero tu leche, cabrón, quiero que me des tu leche.
- Pues te voy a dar toda mi leche.
Le volví a meter toda la polla en la boca y seguí follándole la cara.
- Ahhh que gusto me das. Creo que me voy a correr… ¡Me corro!… ¡Ahhhhh!
Y así con mi polla metida en su garganta empecé a pegarme una corrida bestial. Me la había estado chupando al menos durante media hora y yo no me había corrido en varios días así que le solte un chorro tras otro en su garganta. Por la cara que ponía ella se estaba corriendo tambien, frotándo frenéticamente su coño y empapando sofá.
- ¡Ahhh, qué corrida más grande! ¡Me corro en tu boca!
Mientras me corría, saqué la polla de su garganta para que pudiera saborear mi leche y le dejé la punta dentro de la boca, donde descargué varios chorros más de espeso semen. Ella no pudo tragarlo todo y la leche acabó rebosando por las comisuras de su boca y chorreando sobre su barbilla hasta sus tetas. Tenía tanto semen acumulado y me había puesto tan cachondo que incluso pude sacar la polla de su boca y descargar un par de chorretones sobre su cara e incluso su pelo.
Su cara ahora mismo era un poema, tenía un chorro de lefa que había caído en la raíz de su pelo, cruzando su nariz, parte goteando hasta su boca, otro en la mejilla, Su boca tenía los restos del semen de la corrida que había descargado allí y parte le caía por la barbilla con multitud de pompas mezclado con sus babas. Tenía las tetas pringosas y la mezcla le llegaba hasta el ombligo y seguía haciéndose camino hasta su coño.
María a todo esto se había corrido otra vez, ahora metiendo y sacando dos deditos de su coño.
- Bufff, menuda follada de boca me acabas de meter. Mira, me has dejado echa un asquito – dijo jugando con la mezcla de babas y semen en su pecho y llevándosela a la boca.
- Sí pues tú no te has quedado corta chupando, joder, hacía tiempo que no me corría tanto.
- Pues a partir de ahora ya sabes a quién acudir cuando tengas una emergencia, je, je.
- Je, je, lo mismo digo, aquí tienes polla a domicilio.
- Dame que la limpio.
Le metí la polla una vez más en la boca y ella la chupó hasta dejarla completamente reluciente.
La tarde era joven y ninguno de los dos teníamos nada que hacer así que la fiesta sólo había hecho que comenzar… pero eso es parte de otro relato… ¡No dejéis de votar si os gustó y hasta la próxima!
(Podéis enviar vuestros comentarios a: belce6u at gmail)

Despues de limpiarme la polla y dejarla reluciente, María empezó a jugar con ella de nuevo, pajeándome lentamente.
- O sea que iba en serio lo de que te encanta chuparla…
- Ni te imaginas, pura adicción. Mira.
Y volvió a engullirse mi polla hasta la garganta y la dejó ahí mientras se hacía más gorda. Mi polla no tardó en ponerse dura como una roca así que comencé a empujar con mis caderas dentro y fuera de su boca.
- Síí, ahh, que gustooo…
- Voy a comerme esta polla, toda mía
- Eso, no pares de chupar. Así, chúpame el capullo bien.
- ¿Te gusta cuando tu succiono el capullo,eh?
- Me pone a mil, sigue chupando… eso es… chupaaaahh.
- Ven ponte aquí. – María se hizo a un lado del sillón y yo me senté apoyando mi espalda en uno de los brazos, las piernas abiertas y la polla tiesa sobre mi vientre. Me la cogí con una mano y apuntando a su boca:
- Toma polla, cómetela.
- Sí, dame cabrón que te voy a dejar seco.
- Así, chúpala desde los huevos al capullo. Ahora lame el capullo, eso es, muy bien, perrita.
- Quiero más polla, no lo puedo evitar, quiero tragar polla y que me revientes la garganta.
- Pues dame tu boquita que la folle bien, abre, eso es.
La agarré el pelo en una coleta y con la  otra mano apuntaba mi polla a su boca. Dejé caer su cabeza para que el capullo  quedara  totalmente dentro de su boca, atrapado por sus labios que se contorsionaban alrededor atrapándolo.
- Ahh, síí, chúpame el capullo bien, ahhh, eso es… que mamada  más buena…
Un hilo de baba espesa empezaba a escurrirle por la comisura y resbalaba hasta mis huevos, ella no dejaba de mover su lengua sobre todo mi glande.
- Así, ahora la punta sólo, chupa la punta.
- Te la voy a chupar así hasta que te corras en toda mi boca.
Se metió la punta de mi rabo hasta mitad del glande y comenzó a succionar dentro y fuera como si yo fuera su refresco. Era una sensación de gozo plena, creía que me iba a correr a cada movimiento de sus labios.
- ¡Pufff! Que gustazooo, sigue así, chupa bien la punta de mi raboo.
Ella siguió un buen rato en esa posición, chupando ruidosamente la punta de mi polla, lamiendo el frenillo, jugando con el glande. A todo esto ella estaba jugando con su coño, frotándolo intensamente con dos dedos y sus caderas temblando.
Se notaba que le gustaba mamar pues a cada chupada que daba emitía pequeños gemidos de placer, le ponía muy cachonda chupar.
- ¡Joder, me corrooo, ya, aahh… toma mi lefa calentita!
Ella sin sacarse la punta de mi glande de la boca siguió chupándolo a la vez que me miraba fijamente a los ojos como  queriendo ver mi expresión al correrme.
- ¡¡¡Ahhhh, qué gusto, toma leche, tómala todaaa!!!
Entonces mi polla empezó a convulsionarse y a soltar lefa a borbotones. María se limitó a succionar con más fuerza y a seguir metiendo y sacando la punta de su boca así que podía ver como le entraba la lefa en la boca y ella la dejaba escapar de su boca y se escurría por mi polla.
Con la mano recogía los restos de semen y baba en mi polla y me pajeaba con ellos al tiempo que me corría.
Mi polla seguía escupiendo semen en su boca, sobre sus labios, su barbilla. El que se le acumulaba y no iba a parar a mi polla se descolgaba como un espeso hilo hasta caer al suelo.
María se empezó a correr cuando yo le estaba descargando mi leche en su boca. No dejaba de frotar su clítoris e incluso estaba salpicando todo con la abundancia de flujos. Sus caderas se convulsionaban y empezó a lanzar fuertes gemidos mientras recibía mi leche y se corría.
Terminé de correrme y ella se lanzó a limpiar los restos con su boca, de nuevo tragándola hasta la garganta y chupando despacio y con mimo cada rincón hasta que no hubo ningún rastro de mi semen en mi polla o en mis huevos.
- Bufff, vaya corridón me he pegado.
- Joder pues yo me he corrido enterita también, qué gustazo.
- Oye nos merecemos un buen descanso, ¿no crees?
- Bueeno… pero no mucho más de cinco minutos, ¿eh? ¡Ja, ja, ja!
- ¡Ja, ja, ja!… vaaale.
- Necesito ir al baño.
- ¿Vas a mear?
- Sí, ¿Por qué? ¿Querías ir tú?
- No, bueno… es que… ¿Puedo ir contigo? – Ella sonrió de forma inocente.
- Bueno, vaaa – Le dije yo siguiéndola el juego y le alargué mi mano para  que la cogiera.
- No quiero esa mano, quiero esta – y agarró mi polla morcillona que empezaba a despertar de nuevo – Pero tienes que llevarme al baño con tu polla  en la boca.
- Me parece bien, toma abre – Y le metí mi polla morcillona en la boca.
Ella enseguida comenzó a succionarla  y chuparla, iba despertándose por momentos a pesar de haber soltado dos corridas tan abundantes en la última hora.
Así que el cuadro era auténtico: María doblada mamándome la polla y ambos caminando como podíamos hasta el baño. Mi polla estaba de nuevo tiesa, muy dura. Si encontrábamos el más mínimo obstáculo en el camino, lo usábamos de excusa para que la follara por la boca un poco más a fondo. Ella no se despegaba de mi polla y no dejaba de gemir, la encantaba.
Yo a todo esto me estaba meando así que intentaba llegar también lo antes posible. Pero justo al llegar al umbral del baño María se agarra al marco y dice:
- Aquí no entras hasta que sueltes una corrida más.
- Buff, no creo que pueda, me estoy meando.
- Pues dale – Y diciendo esto abrió la boca y se apuntaba con el dedo índice.
- ¿Qué le de? Quieres… ¿Quieres que te mee en toda la boca?
- Quiero que uses mi boca como si fuera tu retrete particular.
- Joder, cómo me pones…
Y con estas que me relajé y me preparé para mear, ahí en la puerta del baño con la dulce cara de María ahora mirando con lascivia y expectación. Se empezó a amasar las tetas y no tardó en bajar una mano  a su coño para acariciarlo. Su mirada se clavaba en la mía.
Empezó a salir el pis de mi polla, primero un chorro suelto que le mojó las tetas y ella  aprovechó para restregárselo mientras gemía y se  retorcía de placer. Luego salió el chorro consistente que subió calándole las tetas, la barbilla (donde le  salpicó a toda la cara) y finalmente sus labios y su boca, donde lo mantuve después. Aquél día había bebido mucha agua y tenía bastantes líquidos acumulados así que estuve así un buen rato.
Ella no lo tragaba, abría y cerraba su boca dejándolo entrar y escupiéndolo a la vez. En un momento dado se metió el capullo en mi boca y lo dejó ahí. El pis ahora le salía a borbotones de la boca y mi polla empezaba a reaccionar, no sé, era una sensación muy rara que te la chupen mientras meas, mezcla de quiero y no puedo. Pero sin duda reaccionaba y notaba que iba creciendo hasta que cuando acabé de mear se empezaba a poner dura de nuevo.
María siguió con mi polla en su boca, ahora asegurándose (parecía todo un ritual) de que quedara bien limpita.
- Ahora quiero mi corrida, dame más leche caliente, te voy a ordeñar – dijo ella
Al oir esto se me volvió a poner dura y me entraron muchas ganas de follarle la boca fuerte.
- Ven aquí, abre bien la boca – le dije mientras le agarraba el pelo por detrás y me agarraba la polla con la mano apuntando a sus labios – Hoy vas a tragar más leche que en toda tu vida, zorra.
- Vamos dame más lechazos en la cara, quiero tragar lefa de tu polla, úntamela todita…
Introduje mi polla en su boca y así, como si de un objeto se tratara, comencé a follármela. Le agarraba la cabeza con ambas manos y mi cadera estaba completamente inclinada hacia delante. Mi polla entraba y salía de su boca, se la engullía por completo, hasta la garganta. La dejaba ahí un poquito y la sacaba.
Luego comencé a acelerar el ritmo de mete saca y debo decir que con la excitación del espectáculo de hace un momento no me costó llegar a mi tercer orgasmo.
- Joder, qué gustazo me das… Me voy a correr follándote la boca.
- Vamos, quiero que te corrar mientras me follas la boca, pero no pares, ¿vale?
Quiero decir, aunque estés soltando leche por la polla a borbotones tu sigue follándome la boca sin parar, ¿Entendido?
- Pero qué puta eres… claro que sí, como esto.
Y con esas me dispuse a follarle la boca como si la estuviera taladrando un martillo neumático. No podía emitir gemidos pues eran todo sonidos guturales de mi polla metiéndose y saliendo a gran velocidad en su garganta. Ella empezaba a babear descontrolada, se pajeaba el coño a la vez pero con dificultad pues la estaba follando la boca muy fuerte. Ya no podía más y estallé:
- ¡Aaaaah, me corrrooo, ME CORRRROOO! ¡Toma lefa, tóma leche caliente!
Me empencé a convulsionar mientras me corría follándole la boca. Sentía un latigazo de placer con cada chorro de esperma que salía de mi polla. Yo no paraba de subir y bajar mis caderas mientras mi polla escupía un chorro, otro, otro más. La lefa le rebosaba de los labios y caía sobre mi polla y cojones.
Cuando no me quedaba más leche que soltar, dejé un rato mi polla en su boca (más bien no me quedaba más remedio pues María no la soltaría). Ella seguía jugando con mi glande y con los restos de semen en su boca, que iba tragando poco a poco.
- Fíjate cómo has dejado mi polla… ¡Abrá que limpiarla!
Ella se lanzó a limpiarla pero se lo impedí.
- No quiero que me limpies con tu boca esta vez. Méame la polla.
- Joder, ¿Me lo dices en serio?
- Sí, ¿Qué pasa? Yo te acabo de mear, ¿No?
- Me pone muchísimo hacer eso, ven aquí.
Nos fuimos a la bañera aunque el suelo del baño y del pasillo estaban ahora llenos de meos y lefa y no hubiera importado mucho un poco más.
Yo me senté en la bañera y ella se puso delante mía y empezó a acariciarse el coño, preparándose para mear sobre mi polla. Luego se inclinó un poco y suspirando comenzó a mear sobre mi polla. La sensación era increíble, el chorro me pasaba arriba y abajo de mi polla, por los huevos, me daba un gusto incleíble y el morbo de ver a María haciéndolo delante mía era incomparable.
Ella estaba embobada mirando con detalle cada milímetro de mi polla que era limpiado a presión con su chorro. Yo no sé que me pasaría aquel día pero me empezaba a poner morcillón de nuevo.
- Uffff, qué gustazo. Me he quedado nueva – dijo María entre escalofríos.
- Je, je, y a mi también me la has dejado nueva.
- Ja, ja, es verdad. Oye, me ha encantado hacértelo.
- Y a mí que me lo hicieras, la verdad es que nunca antes lo había hecho y tenía curiosidad. Fíjate como me has puesto – apunté con la mirada hacia mi polla ahora semi erecta de nuevo.
- Eso habrás que apañarlo pero mejor darnos una ducho, ¿No crees?
- Pues ya que estamos aquí me parece bien.
María abrió el agua y nos besamos largo y tendido bajo el chorro. Cuando el baño empezó a parecerse a un baño turco, comenzamos a enjabonarnos y acariciarnos los cuerpos.
Yo la enjabonaba la espalda, bajando hasta sus nalgas y metiendo mis dedos entre su culo hasta su coño. Ella me enjabonaba el pecho con una mano y con la otra se dedicaba a hacerme una pausada paja con el jabón, pasando su mano por mis cojones.
- Me encanta tocarlos cuando están así de suaves.
- Sí, es por el calor.
- Oye, ¿Sabes qué?
- ¿Qué?
- Pues que hace un momento me has follado la boca y te has corrido en ella y ahora empiezo a tener ganas de más leche.
- Eres insaciable.
- Ya te lo dije, soy una adicta.
Nos besamos un rato más con el agua caliente cayendo sobre nuestros cuerpos. Era una gozada sentirla y abrazarnos mientras nuestras lenguas se unían. Cuando nos hubimos aclarado bien, salimos y nos secamos. Como hacía bastante calor nos quedamos desnudos los dos.
- Joder Juan, nunca me hubiera imaginado que tú estuvieras tan salidillo.
- Pues tú no te quedas nada corta, je, je. Además tienes un cuerpo muy sexy, me pone mucho.
- ¿Hace un sandwich?
- Venga vale.
Así que nos fuimos a la cocina y María preparó un par de sandwiches muy buenos y nos los comimos charlando un poco de todo.
Ella no había acabado aún su sandwich y me dijo con gravedad:
- ¿Te puedo pedir algo muy importante para mí? – me dejó sorprendido.
- ¿Qué es?
- ¿Te correrías en mi sandwich para poder comerme tu lefa?
- Pues claro, eso no se pregunta, vamos – Y ya estaba yo dispuesto a ensartarle la boca cuando me dice:
- Pero esta vez quiero que te masturbes para mí.
- Mejor aún, yo ya no tengo nada que comer y me he quedado con hambre. Quiero que me montes la boca con tu coño hasta correrte y mientras me pajeo para tí.
- Trato hecho.
Me tumbé a lo largo en el sillón y ella puso su culo en mi cara, mirando hacia mi polla. Primero me pasó el ojete por la boca, lo cual yo aproveché para lamerlo e introducir mi lengua. Luego se inclinó un poco más para pasarme todo su coño por la boca y la cara. Sus flujos eran abundantes y se me resbalaban por la barbilla, la nariz, las mejillas.
Yo mientras tanto me pajeaba para María y seguía comiendo coño y deleitándome con tan suculento manjar. Mi lengua recorría cada recoveco y de vez en cuando ella aprisionaba mi boca con su coño para que le succionara el clítoris, cosa que yo hacía con fruición.
Al poco María empezó a moverse más rápido cabalgando mi boca hasta que aprisioné su clítoris entre mis labios y comencé a succionarlo, momento en el cual se empezó a correr.
- Ahhh, cabrón, cómo chupas, ahh me corroooo, ¡¡ME CORRROOO!!
Moviendo las caderas adelante y atrás yo hacía lo que podía para no soltarme de su clítoris. Ella no paraba de gemir mientras se corría. Sus flujos me chorreaban por toda la cara ahora, yo seguí chupando ese maravilloso coño.
- Joder cómo me pones tío, quiero correrme de nuevo, me corro de nuevo joder.
Y diciendo esto empezó a frotar su coño por toda mi cara y comenzó a correrse de nuevo.
- ¡¡¡Ahhhh!!! ¡¡¡Me matas!!! Otra vez… ¡¡¡¡¡ME CORRROOOOO!!!!
Esta vez los fluidos fueron más abundantes pues me salpicaron al pecho y algunos llegaron hasta mi polla. Mi cara estaba empapada de mujer.
Después del doble orgasmo ella cayó rendida sobre mi pierna, convulsionándose aún por la corrida y mirando como yo seguía pajeándome para ella. Estuvimos así un momento hasta que ella dijo:
- Necesito tu leche ahora – alcanzó el trozo de sandwich que le quedaba de antes – aquí, y que no se desperdicie nada.
Yo me incorporé obediente y muy cachondo con mi polla tiesa en la mano y a punto de estallar por cuarta vez aquel día. Comencé a pajearme delante de  su mano, que sujetaba el sandwich.
- ¿Vas a darme tu leche, verdad cabrón? ¿Te vas a correr en mi sandwich para que yo me coma tu lefa caliente, verdad?
Yo ya no podía más, sus palabras me ponían a cien. No tardé mucho por la excitación y al cabo de un rato le dije:
- Aquí viene tu leche, tómala… ¡¡ME CORROOO!!
Y de mi polla empezaron a salir chorros y chorros de esperma. El primero le dió en el labio superior, parte se le metió en la boca y parte cayó en el sandwich. El segundo lo atiné mejor y cayó todo al sandwich. Un tercero cayó parte en el sandwich y parte en sus manos por las que goteó un poco hasta el suelo. Solté dos chorros más que fueron a parar a su boca y al sandwich.
Después de correrme ella se había quedado hecha un poema, ahí de rodillas con el sandwich enfrente de la boca, cubierto de semen, la boca con chorretones de esperma rebosando por los labios y la eterna lascivia en su mirada.
Como si nada, ella se llevó el sandwich a la boca y comenzó a comérselo.
- Hmmmm… Qué rica está, y recién ordeñadita mejor.
- Lo tuyo es puro vicio… me gusta.
Terminó de comer el sandwich y continuó con los restos que le colgaban de la barbilla y los labios hasta que tuvo la cara limpia de mi semen.
- Y ahora el postre – dijo, y metió mi polla en su boca de nuevo para limpiar los restos de lefa – ¡Qué rica estaba!
- Me alegro de que te gustara, a mi me ha encantado dártela. Dime algo, ¿Te masturbas con frecuencia?
- Bufff, mogollón. Hay veces incluso que tengo que irme al baño en el trabajo para hacerlo.
- ¿Como dos veces al día?
- Qué va, eso sería un día flojo, je, je. Normalmente entre tres y cuatro veces. Hay días que he estado tan cachonda que me he corrido más de diez veces, perdí la cuenta.
- Diez veces, eso suena muy cachondo, me hubiera encantado haberlo visto.
- En realidad fue un día raro, ¿Quieres que te lo cuente?
- Claro, cuenta.
- Me levanté más excitada de lo normal, estaba muy cachonda, no sé si habría tenido un sueño húmedo o si era la presión del trabajo, que en aquella época era muy grande.
- Sí eso me pasa a mí también, supongo que es por el estrés.
- Pues el caso es que era sábado, la noche anterior había estado con una amiga y en particular acabamos hablando sobre si nos lo haríamos con otra tía.
- ¿Y llegásteis a alguna conclusión?
- Bueno, lo cierto es que a mi amiga no le importaría si fuera con una mujer con la que tiene confianza. Ella me confesó esto y yo me quedé un poco sorprendida, no lo esperaba en absoluto.
- Entiendo.
- Yo le dije que quizá pudiera probarlo, pero justo en ese momento nos interrumpieron la conversación y no pudimos acabarla.
- Vaya, qué pena… ¡Y qué intriga! ¿No volviste a hablar con ella?
- Sí, a la semana siguiente, pero recuerda que esto pasó al día siguiente y yo entonces no sabia nada.
- Claro, sigue.
- Pues estaba en la cama y no dejaba de darle vueltas a la posibilidad de follarme a Ana, que así se llama mi amiga. Era verano, hacía calor, el sol se colaba por la ventana.
- Qué poética.
- Je, je, calla. Yo que dormía desnuda me cubría sólo con una fina sábana de algodón blanca que me cubría medio cuerpo. Notaba el calor del sol sobre mis pezones, que estaban al descubierto y me retorcía mientras me despertaba notándome húmeda y excitada como una burra.
- Me estás poniendo malo a mí.
- Pues pajéate que yo lo vea y te sigo contando.
- Venga, toma – y comencé a sobar mi polla morcillona.
- El caso es que me desperté con una calentura descomunal y tenía que hacer algo al respecto. Estaba muy cachonda pensando en las cosas que podría hacer con mi amiga y deslicé la almohada entre mis piernas.
- Joder como me estás poniendo – dije yo mientras pajeaba mi semi erecta polla.
- Comencé a frotar mi coño contra la almohada, con mis manos apretaba la almohada contra mi para sentirla más. Cuando eso no fue suficiente, me arrodillé sobre la cama y doblando la almohada la puse entre mis piernas y me la follé literalmente. Empujaba cada vez más fuerte, mis gemidos más altos, la respiración entrecortada. Acabé derrumbándome sobre la cama aún frotándome contra la almohada y corriéndome como una loca. Mis caderas no paraban de temblar y mis piernas se estremecían aprisionando la almohada contra mi clítoris. Fue una corrida bestial. Cuando separé la almohada de mi coño pude ver que estaba chorreando de mis flujos.
- Mierda, tía que vas a hacer que me corra yo también.
- Ey, tu tranquilo que aún me quedan nueve más que contarte.
- Bufff… vale pero espera abre la boca un momento – dije yo llevando mi polla tiesa hacia su boca
- A ver trae – y ella la engulló sin rechistar y comencé a follarla de nuevo por la boca.
- Qué gusto, cómo necesitaba esto ahora, buffff.
Seguí un momento así hasta que se me calmó el capricho de follarle la boca y dejé que prosiguiera.
- ¿Satisfecho?
- Por ahora sí, sigue contando, anda.
- Bueno pues lo dicho, me acababa yo de correr como una burra y decidí darme una ducha. Abrí el grifo y dejé correr el agua. Mientras tanto me miraba al espejo y me preguntaba cómo sería tocar el cuerpo de otra mujer. Me comenzaba a imaginar que mis manos eran las de mi amiga Ana y que ella me sobaba las tetas y el coño. Tanto que me olvidé completamente de todo y acabé sentada en la bañera delante del espejo, completamente abierta de piernas.
- Joder que calentura teníamos, ¿Eh?
- Y tenemos, que me estoy poniendo cachonda de recordarlo – y diciendo esto se llevó la mano al coño y comenzó a pajearse ella también.
- Así me gusta, ahora sigue contando, estabas completamente abierta de piernas.
- Sí, no veas, empecé a hacerme un dedo delante del espejo, pensando que se lo enseñaba a mi amiga Ana. Primero frotando el clítoris y después metiéndome dos, tres dedos en mi coño.
Como ya has podido comprobar, a veces eyaculo flujos en abundancia y es algo que más o menos controlo así que decidí levantarme y acercarme al espejo para ver cuántos flujos soltaba estando tan cachonda.
- Sigue que me pones malo.
- Pues me puse delante del espejo, la pierna subida a una banqueta que tengo ahí y comencé a correrme como una salvaje. Chorros y más chorros de flujos salían a borbotones de mi coño. Fue una corrida enorme y dejé el espejo completamente bañado con mis flujos. Después cuando me compuse un poco y limpié el entuerto me metí en la ducha y allí me hice otro, esta vez con un bote de gel que es muy redondito.
- ¿Pero cómo fue?
- Pues nada, yo bajo el chorro del agua y metiéndome el bote por el coño, a veces jugando a meter un dedito en mi culo también.
- ¿Y te corriste así?
- Pues la verdad es que me corrí dos veces en la ducha. La primera fue con el bote. Fue bestial y hasta casi me da un calambre en las piernas. Luego apunté el chorro de la ducha hacia mi clítoris, me imaginaba que era mi amiga Ana que me chupaba el coño. No podía apartarla de mi cabeza y me venía constantemente en imágenes de sexo puro y duro. Me imaginaba que su cabeza era la alcachofa de la ducha y que yo la agarraba aprtándola contra mi coño para que me lo comiera más. Seguí así un rato con el chorro, pero no tardé en frotar mi clítoris a la vez y correrme de nuevo, no sé cuantos flujos salieron pues el agua de la ducha me impedía distinguirlo bien pero por la intensidad del orgasmo puedo decir que no serían menos que los que eché sobre el espejo. Estaba ahí con el chorro de la ducha apuntando a mi coño, estirando mi clítoris hacia arriba y corriendome de nuevo por cuarta vez.
- ¿Va a ser que eso de contar las veces que te corres incluso te pone?
- Pues sí, es algo que me mola.
- Que bien, a mi también.
- Me quedé completamente extasiada, con las piernas temblorosas. Esa corrida supuso un antes y un después en mi día. A partir de ese momento supe que no tendría freno e iba a ser un constante correrme en cualquier parte de la casa. Estaba demasiado cachonda por lo de Ana y no iba a contenerme.
- ¿Qué hiciste después? Espera, métete mi polla en la boca y acercándole mi polla se la metí en la boca. Ella la chupó con diligencia. Luego se la saqué.
- ¿Así más agusto?
- Pues la verdad es que necesito algo más, sigue contándome del tirón y mientras te como el culo.
- Hmmm… eso suena bien – se giró sobre el brazo del sofá y me ofreció su culo en pompa – ¿Así te vale?
- Está perfecto – y me lancé a comerle el culo lentamente y deleitándome a cada lamida – sigue contando.
- Pues… ahhh… joder tío, que… Ahhh… dificil es esto. ¿No puedes parar un poco?
- No, sigue contando mientras te como el culo.
- Bueno lo intento, uffff. El caso es que salí de la ducha y me sequé un poco, luego desayuné, lo típico. Seguía pensando en Ana, lo que haríamos en cada habitación de la casa. En el baño sobre el retrete, una de pie y la otra sentada comiendo coño. Que si en la cocina metiéndonos pepinos y zanahorias… Ahhh, que gustito me das, sigue chupándome el culo, ufff.
- Sigue y calla – paré por un momento y le dije yo, luego continué introduciendo mi lengua en su ano.
- Así que acabé yendo a la cocina y cogiendo un pepino, lo lavé bien y comencé a jugar con él entre mis piernas. Comencé a metérmelo por el coño, no era muy largo pero sí bastante grueso. Finalmente quedó casi completamente dentro de mi coño. Pero ví que mi lujuria se quedaba insatisfecha y cogí también una zanahoria y tras lavarla bien la introduje poco a poco por mi culo. Qué sencación, tener tus dos agujeros llenos de hortalizas. Luego empecé a masturbarme con mi mano sobre mi clítoris a la vez que metía y sacaba la zanahoria de mi culo. Aceleré el ritmo y comencé a correrme, momento en el cual saqué el pepino de mi coño y un caudal de flujos se derramó por todo el suelo. Joder tío vas a tener que follarme el culo ahora.
- Me has puesto muy cachondo con tu historia, eso encantado. Pero recuerda que aún me tienes que contar el resto.
- Sí, lo que tú digas pero fóllame el culo ahora.
Mi polla estaba ya otra vez en pie de guerra por la excitación. Apoyé el capullo sobre su ano y empujé. Como acababa de jugar con él estaba muy lubricado así que mi polla comenzó a deslizarse dentro poco a poco pero con facilidad. Comencé a sentir la estrechez de su culo y mi polla se endurecía más por momentos. Qué gusto follarme ese culito.
- ¡Ahh, cabrón me partes el culo!
- Joder, sí, toma polla, te rompo el culo, preciosa.
- Siento que me va a reventar, dame más, quiero más.
- Toma, toma polla en tu culo.
Yo la embestía cada vez más fuerte. Me había puesto como una moto con su historia y ahora necesitaba descargar de nuevo. Seguí bombeando sin parar hasta que ya no podía más.
- Me voy a correr, me corro en tu culo.
- No, no lo hagas en mi culo, quiero que me la eches en la boca – y diciendo esto se sacó mi polla, se dio la vuelta con desesperación y se lanzó a comérmela.
- Ahhh, sííí, qué gusto, chupa bien, eso es – ella chupaba mi polla con frenesí, deseando su deliciosa recompensa – abre bien que me corro… ¡¡ME CORROOOO!!
Comencé a descargar semen en su boca, asegurándome de que no se saliera nada. Era la quinta vez que me corría pero a pesar de ello salió una abundante cantidad de esperma. Podía ver como los chorros volaban desde mi polla hasta su boca y se depositaban uno a uno sobre su lengua. Ella soltaba un gemido a cada chorro que sentía. Después me limpió la polla como siempre y prosiguió con su relato sobre sus pajas.
Pero eso es en sí mismo parte de otro relato. No os olvidéis de votar y hasta la próxima.
(Podéis escribir vuestros comentarios a: belce6u at gmail)
No results.

Prosigue el relato de María y el día que se corrió más de diez veces.
- Ahora si que necesito una pausa – le dije a María mientras ella se llevaba a la boca un poco de semen que se había derramado en sus tetas.
- Yo también, me has dejado el culo para el arrastre – dijo y se sentó abriéndose el culo para que yo lo viera bien y se metió un dedito.
- Sí y después irá tu coño, que ya se merece atención.
- Me muero de ganas por probar tu polla en mi coño. Aunque lo que más me gusta sea chuparla, sentirla dentro de mi coño me chifla.
- Pues como sigas poniéndolo tan bien, voy a acabar descargando otra en él.
- De eso ni hablar. Tu cuando te vayas a correr me avisas que quiero tragarme tu leche y jugar con ella. Por cierto, hay algo que me ha llamado la atención.
- ¿El qué?
- Pues normalmente, y no es que haga esto muy habitualmente, estar con un tío y dejarle seco como te estoy dejando a tí, normalmente al tío despues de la tercera ya no le queda mucho que dar y tú parece que vas a más en cada corrida que me echas.
- Pues la verdad es que tengo una rara condición que hace que produzca más semen del habitual. No que vaya a más en cada corrida pero sí mantiene la consistencia y es abundante cada vez.
- Joder, entonces estoy de suerte aunque ya no sé si te podré dejar seco seco, je, je. ¿Alguna vez te has pajeado, corrido vaya, hasta vaciarte?
- Buff, yo creo que vacío, vacío, nunca. Lo más a lo que he llegado es un día que me lo pasé pajeándome y llegué a correrme como seis o siete veces, pero la verdad es que incluso en la última la corrida era bastante abundante.
- ¿Pero cómo de abundante, diez chorros como los que he contado la tercera vez que te corrías en mi boca?
- Qué va, no tantos pero sí cinco o seis bastante espesos.
- Qué pena no haber estado ahí… ¡Me hubiera comido cada una de ellas!
- Seguro que algo podemos hacer, aunque ahora no vas nada mal, ya llevas cuatro corridas mías tragadas.
- Cinco.
- ¿Cómo?
- Han sido cinco, mira, la primera que me has quitado la ropa y yo chupando, que morbo me ha dado eso. La segunda cuando me has montado la boca. La tercera en la puerta del baño despues de mearme la boca. La cuarta en mi sandwich y la quinta después de follarme el culo. ¿Ves? Cinco.
- Je, je. Tan sólo te ponía a prueba.
- Ya, ya.
- Oye tienes que seguir contándome tus pajas.
- Vale, pero mientras te lo cuento quiero tener tu polla metida en el coño y que me folles muy despacio.
- Buf, no sé… esta está bastante caidilla.
- Eso tiene facil arreglo.
Y se lanzó a comer mi polla otra vez. La cogió primero con su mano y subiendo y bajando el prepucio jugaba con ella y con mis huevos. La verdad es que tenía bastante trabajo por hacer pero mi polla empezaba a reaccionar a sus caricias.
Cuando la puso morcillona comenzó a amasarla sobre mi vientre como si fuera una panadera con el pan. Después se agachó para chupármela, cuidando de que su melena se apartara para dejarme ver cómo lo hacía. Sabía que eso me ponía.
Yo le pasé la mano por la espalda hasta llegar a su culo, jugué un poco con su ojete pero me fui rápidamente a por su coñito que estaba empapado. Comencé a deslizar mis dedos por sus labios mayores muy lubricados por la excitación y noté que su clítoris estaba tremendamente hinchado. Me dediqué un buen rato a jugar con su clítoris y después deslicé mis dedos hasta su vagina y le introduje uno.
- Ahhh, que gusto, no pares – me dijo ella levantando la cabeza de mi polla pero volviendo a retomar la mamada de nuevo.
Para entonces mi polla estaba considerablemente dura. María se la tragaba entera y yo sentía su lengua recorrer cada milímetro. Siguió un poco más y me daba un gusto increíble, tanto que si seguía iba a hacer que me corriera de nuevo. Así que le dije:
- Súbete encima, quiero metértela bien por el coño.
- Que pena, quería otra corrida, ¿A que te faltaba poco?
- Pues sí la verdad pero así luego será más placentero.
- Y me la darás toda en la boca.
- Que sííí, je, je.
María se subió a horcajadas y apunto mi polla a la entrada de su coño. Bajó lentamente hasta que sus labios acariciaban mi glande y luego un poco más para sentirlo a la entrada de su vagina. Empapó mi polla con sus flujos frotándose con ella alante y atrás. A mí me daba un gusto tremendo y ella disfrutaba también soltando pequeños suspiros a medida que se masajeaba el coño con mi polla. Entonces la apunto a su coño y sin más se dejó caer sobre ella.
- Ahhh, joder, JODER… – dijo ella, yo pensé que quizá le había entrado mal o algo pero me había dado un gusto increíble sentir mi polla entrar en su coño.
- Buff, estás… ¿Estás bien?
- Si joder, que me corro – dijo y empezó a convulsionarse y mover las caderas frenéticamente de alante a atrás con mi polla completamente ensartada y frotando su clítoris a la vez contra mi púbis – ¡¡ME CORROOO!! ¡¡¡SOLO ME LA HAS METIDO Y ME CORROOOO… QUÉ GUSTAZO!!!
- Vamos córrete para mi, zorra.
- Ahhh cabrón que corrida más grande – ella se sacó mi polla y entonces un montón de flujos comenzaron a salir disparados de su coño: a mi polla, algunos a mi tripa y hasta me llegaron a la cara.
Nos quedamos inmóviles y abrazados, ella aún temblorosa de la corrida y yo sintiendo mi polla tiesa contra su coño sobre la que ella se frotaba levemente alante y atrás.
- Quiero más polla – dijo mirándome a los ojos muy de cerca.
- Pues aquí tienes – y de un movimiento de cadera le metí la polla hasta el fondo.
- Ahhh qué gusto cabrón.
- Bueno… bufff… ahora no te escapas, cuéntame qué hiciste después de meterte el pepino y la zanahoria.
- Venga… ahhh que gusto… – decía ella mientras movía sus caderas alante y atrás lentamente – vale, lo intento.
- Así me gusta… ahh.
- Pues después de mi sesión de hortalizas me calmé un poquito.
- Igualito que ahora, ¿no?
- Ay quñe malo eres… venga, va fóllame fuerte un poco.
- De eso nada, sigue contando.
- Vaaale. Pues estaba yo más tranquilita después de todos los orgasmos que tuve pero no dejaba de darle vueltas al tema de mi amiga Ana. Así que decidí llamarla.
- ¿Hablaste con ella?
- Espera, la llamé pero me saltó el contestador. Yo ni siquiera le dejé mensaje y pensé que ya vería ella la llamada y me llamaría.
- ¿Querías hablar del tema de nuevo?
- Me moría de ganas pero no me atrevía a decírselo directamente, era más por tantear y si estaba con ganas, quién sabe.
- Ya veo.
- El caso es que ese día no hablé con ella al final pero me lo pasé pensando qué pasaría si llamara, qué le diría y eso. Por mi mente pasaban todo tipo de fantasías calenturientas con las que me pajeé varias veces.
- Notas como se me hincha la polla mientras me lo cuentas.
- Bufff, sí joder, que gustazo, la tienes bien dura ahora.
- Ahhh sí y tú que aprietas más encima, qué placer.
- ¿Nos corremos?
- No, aún no. Quiero que me cuentes tus fantasías con Ana.
- Me haces sufrir, ¿Eh?
- Calla y cuenta.
- Pues una de ellas era que me llamaba y me preguntaba qué quería. Yo le recordaba el tema del otro día y ella se me insinuaba. Al final en todas mis fantasías acabábamos entrelazadas dándonos placer. Me imaginaba lo que sería frotar su coño contra el mío y corrernos así o cómo la bañaría en mis jugos toda la cara mientras me comía el coño. Ya era por la tarde y no me apetecía salir, la verdad, así que me tiré en el sillón, puse videos porno de lesbianas en el portátil y comencé a masturbarme como una loca. Ahí fue cuando perdí la cuenta de las veces que me corrí, estuve como cuatro horas dale que te pego pensando en Ana, en que ella y yo hacíamos todo lo que salía en los vídeos. En uno de ellos una chica joven se corría a chorro dentro de la boca de otra, era una cantidad descomunal. Yo una de las veces que me corrí decidí hacerlo en una copa y echármelo por la cara.
- Que morbo.
- No veas, eso sí, no me atreví a beberlo.
- Quizá si fuesen los flujos de otra sí, ¿No?
- Los de Ana, seguro. Me la comería entera. Sí… Ahh, sigue así, me gusta cuando haces eso.
- ¿El qué? ¿Bombear sangre a mi polla para que se hinche dentro de tu coño?
- Sí y me pone mucho que lo digas – María acercó su cara y me besó apasionadamente después yo seguí bombeando un poco más rápido.
- Bueno y… ¿Eso fue todo?
- ¿Te parece poco? Cuando terminé estaba todo pringado de mis flujos y mi coño completamente hinchado y colorado.
- Joder cómo me lo imagino, creo que me voy a correr en nada, así que prepárate para otra corrida en tu boca.
- Sí, quiero más leche, te voy a sacar toda la que tengas, cabrón.
Ella comenzó a cabalgarme más intensamente, yo embestía desde abajo para llegarle a lo más hondo de su coño, que estaba derretido en flujos que se resbalaban por mi vientre y mis huevos. Al momento ella empezó a correrse de forma salvaje:
- Ahhh, me corroo, ¡¡¡¡¡¡ME CORRRRO!!!!!! ¡¡¡¡FÓLLAME, SOY TU PUTA, DAME POLLA!!!!
- Sí, ahhh, toma polla zorra – yo embestía cada vez más fuerte.
Comenzó a soltar flujos a chorro que salían disparados contra mi polla, mi vientre, mi pecho y mi cara, mientras ella se masturbaba muy rápido frotándose el clítoris y salpicando todo. Yo ante tal espectáculo me agarré la polla y empecé a pajearme arriba y abajo muy fuerte, iba a explotar en cualquier momento y así se lo hice saber:
- Me voy a correr, dame tu boca, abre bien la boca. – dije mientras me levantaba y ella sentada abría su boca esperando la lechada.
- Vamos cabrón escupe esa leche de tu polla dentro de mi boca. Quiero que me bañes con ella, so cerdo.
- ¿Quieres leche? Pues toma leche, zorra… ¡¡¡¡AHHHH, ME CORROOOO!!!!
Y diciendo esto, de mi polla saltó un chorro espeso de semen que le fue a aterrizar en la cara, cubriéndole la frente y parte de la nariz hasta su boca. El segundo entró completamente en su boca, otro chorretón gordo de esperma que ella apreció con un gemido. Luego otro chorro y otro más en su boca y otro que se resbaló por su barbilla.
- Ahhh, chupa, chupa que aún queda – le dije yo acercando mi polla a su boca. Ella tragó el semen que tenía rápidamente y engulló mi polla succionando los últimos chorros de semen que salieron de ella. Siguió así un rato más, asegurándose de obtener hasta el último resto que quedaba en mi polla. Luego se relamió y yo caí rendido en el sofá junto a ella.
- Joder que gusto me das, vaya corridas me pego contigo.
- Pues tu leche está de vicio, era lo que me faltaba, tener a alguien de confianza a quien hacérselo.
- Je, je, ya sabes que siempre que quieras.
- ¿Me das una más ahora?
- ¿Qué dices? Ni de broma, no puedo moverme y creo que se me va a caer la polla a trozos.
- Si es que los tíos no aguantáis nada, ja, ja. – dijo ella de broma.
- Bueno creo que ha sido una buena toma de contacto, además ahora tengo que irme.
- Vale, pero esto hay que repetirlo.
- Eso tenlo por seguro. Por cierto, ¿Al final tu amiga Ana y tú…?
- ¿Que si nos lo montamos?
- Sí.
- Je, je. Eso te lo guardo para la próxima vez que nos veamos.
- Qué mala eres, venga vale.
Y después nos dimos una ducha rápida, acariciándonos y jugando con nuestros sexos. Ella se frotaba el coño contra mi pierna y llegó a correrse una vez más mientras yo le metía un dedo en el culo.
Después nos despedimos hasta la próxima vez.
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