miércoles, 23 de noviembre de 2011

Mi nueva vecina es una zorra y su hermana II

Seguía enculandola sin parar cuando oí un ruido en la puerta del comedor. Me di la vuelta y cual fu mi sorpresa cuando vi a un señor de unos 50 años y una morenaza de cuerpo de infarto que llevaba una minifalda y un top como el de Lidia mirándonos con cara de sorpresa. Y no era para menos, estábamos en medio del salón. Lidia estaba a 4 patas con el culo en pompa y la cara apoyada en el suelo, le caían lágrimas de los ojos y no paraba de soltar insultos mientras yo no paraba de romperle ese culo de puta. Estabamos los dos sudando y ella estaba con su melena pelirroja empapada de sudor y su cara apoyada contra el suelo, con los ojos cerrados, gritando, gimiendo a cada embestida de mi polla en su culito de zorra. Me imaginé que era su padre y su hermanita pequeña. La situación se podía poner complicada y la puta de mi vecina no se había dado ni cuenta de los invitados. Seguía disfrutando de mi polla en su culo. Gritando. Gimiendo. Tenía que pensar en algo para que el padre de la puta de mi vecina no montara una escena al ver a su pequeña en una situación que solo debía haber visto en alguna película porno…



El padre estaba en estado de shock, callado sin saber como reaccionar. Sin embargo la jovencita que le acompañaba miraba con la misma cara de viciosa con la que me había mirado Lidia en el ascensor.

Sin parar de penetrar analmente a mi nueva vecinita le agarre del pelo para acercarle su carita a mí y le susurre al oído:

- Lidia, tu padre esta en el salón. Ahora mismo acaba de descubrir que su hijita, la que siempre consideró una muñeca de porcelana es una zorra. Pero a ti no te debe importar porque a ti lo único que te debe importar es que mi polla te siga enculando. ¿Lo entiendes Lidia?

- Siiiiii, me da igual lo que diga mi padre. Jodeme Alfonso!!

Impresionante! – Pensé – Dijo esto mirando a su padre y lamiéndose los labios. Yo estaba fuera de mí y le metía mi polla hasta el fondo. Mis huevos golpeaban contra su culito de modelo de pasarela. Mientras su padre se puso de rodillas y empezó a llorar como un crío mientras gritaba:

- Lidia, zorra de mierda. Para que me ha partido la espalda para pagarte una carrera durante estos 6 años sin tu madre. Para que he luchado. Eres una puta de mierda. Explícame que voy a hacer ahora!

El hombre sollozaba sin saber que hacer. Mientras la hermana que estaba allí de pie me estaba mirando con una carita que no reflejaba enfado. Debía medir 1’75, morena con el cabello largo, los ojos verdes como su hermana, con al menos un 100 de pecho y con el mismo cuerpo de modelo de pasarela que su hermana a la que estaba rompiendo el culo. Cogí del pelo de nuevo a Lidia y le susurré que le dijera a su padre que si pagaba lo que ella valía se la podría tirar como lo estaba haciendo ahora el nuevo vecino. Ella me sonrió y mirando a su padre mientras le caían gotas de sudor le dijo:

- Papi, no te enfades. No es tu culpa que sea así de zorra. Me enseñó mamá. Ella me inició en esto de follar con cualquiera, mientras tu estabas trabajando ella se tiraba a los vecinos, a tus amigos, incluso a tu jefe se tiró más de una vez. Pero no debes enfadarte, papi, siempre lo hacía cobrando por sus servicios. Ahora si tú quieres puedes follarme como te plazca, siempre y cuando pagues lo que vale tirarse a una jovencita de 19 años con mi cuerpo. Seguro que hace mucho tiempo que no te puedes follar a una mujer como yo, ¿verdad papi?

- ¿Cómo me puedes decir eso Lidia? ¿Cómo me puedes decir que me dejas follarte si te pago como si fueras una vulgar ramera?

Yo escuchaba la conversación sin dejar de joder el culito de mi vecina, la situación se estaba poniendo demasiado morbosa y yo no iba a poder aguantar mucho. Así que comente:

- Señor, no se lo piense demasiado y pague. Su hija tiene un culo que bien vale lo que pida. Yo no voy a aguantar demasiado…

El hombre sin dejar se sollozar, se levantó, se bajo el pantalón y se acercó a su hija. Le dio una bofetada y le introdujo la polla en la boca. Lidia se la comía al ritmo de mis enculadas mientras su padre iba cambiando los sollozos por gemidos. Como yo estaba a punto de acabar le dije a su padre si me dejaba la boca de la zorra de su hija. El aceptó y cambiamos de posición. El padre se puso donde estaba yo y le dijo a Lidia:

- Hija, zorra, desde que se murió tu madre te he ido viendo crecer y viéndote como te ibas convirtiendo en una mujer de bandera. Te he visto como ibas con tus amigos con esa ropa de ramera. Te he visto como te lo montabas en tu habitación con tus novios. Y yo mientras sólo, me conformaba con hacerme pajas imaginando lo que sería meterle la polla a mi niña. Ahora te voy a follar como a una perra. Vas a hacer lo que te pida y después te pagaré porque eres una puta de mierda. ¿Entiendes Lidia?

- Cállate padre! Fóllame si tu polla se pone dura. Seguro que soy demasiado mujer para un viejo verde como tu, cabrón.

Esto fue demasiado para el padre, que le metió la polla en su coño encharcado de golpe. Ella gimió como una ramera y yo aproveché que abrió la boca para meterle mi polla y comenzar a correrme. La muy zorra se fue tragando mi semen, mientras su padre la follaba, mirándome a los ojos. Se lo tragó todo, sin dejar ni una gota y acabó limpiándome la tranca y dejándomele limpia. Mientras su padre le metía la polla y le insultaba y le decía que hacía tiempo que tenía ganas de tirarse a su hija. Yo estaba bastante cansado, así que me senté en el sofá para seguir contemplando como a la pelirroja de mi vecina se la iba tirando su propio padre mientras la insultaba y escupía. Cambiaron de posición y Lidia se sentó encima de su padre y empezó a cabalgar mientras su padre le agarraba ese par de melones. Lidia gemía, gritaba y cabalgaba a su padre de forma brutal.

- Padre, que bien lo haces… me voy a correr si sigues así. Que polla tienes! Cuánto tiempo has perdido de disfrutar de tu hija mayor! A partir de ahora si pagas bien, podrás follarme cuando quieras papi

- Cállate zorra. Me voy a correr dentro de ti. Te pagaré y te follaré cuando quiera. Tienes un cuerpo de infarto hija. Que coñito más dulce!

Yo me estaba empalmando de nuevo viendo la escena, el padre jodiendo a la niña con cuerpo de modelo. Sus tetas se movían al ritmo de la polla del padre. En ese momento el padre le dio la vuelta le abrió de piernas y se la volvió a meter mirándole a los ojos y diciéndole:

- Puta! Ramera! ¿Qué te parece que te folle tu padre?

- Cállate cabrón! Tu me insultas, pero bien que me estas follando. Te podías haber negado. Pero, ¿hacía tiempo que deseabas tirarte a tu hijita verdad?

- Hacía demasiado tiempo, Lidia. Con tu cuerpo todos mis amigos te miran con cara de salidos. Y yo siempre te he tenido que ver en casa con esos shorts y con esas camisetitas sin poder no mirarte mal. Cuando vemos la tele y te pones apoyada en mí siempre tenía ganas de desnudarte delante de tu hermana y follarte como lo hago ahora…

- Mmmmmmmm, estoy a punto de correrme papi.

- Yo también, mi hijita

La situación era totalmente morbosa. Mi polla se había empalmado de nuevo. De repente sentí que alguien me acariciaba la polla. Miré y era la hermanita pequeña de Lidia. Se había quitado la ropa y estaba de rodillas mirándome con cara de niña que no ha roto un plato, pidiéndome permiso para chuparme la polla. Era preciosa. Con un cuerpo de escándalo como el de su hermana pero con una carita de niña buena que te hacía volverte loco.

- Me llamo Susana, esta escena me ha puesto muy caliente. ¿Te apetece follarme como lo está haciendo mi padre a mi hermana Lidia?

- Será un placer, Susana…

En estos momentos oí los gritos de Lidia y su padre… estaban corriéndose como cerdos. Era una corrida espectacular. A Lidia se le caían las lágrimas de placer y su padre estaba fuera de sí. Mientras miraba la escena Susana, la hermanita pequeña empezó a meterse mi polla en su boca mientras me miraba con un poco de rubor. Sin duda a sus 18 años parecía no tener la carrera de ramera de su hermana, pero por algo se debe empezar y mientras Lidia y su padre se encontraban abrazados en el medio del salón, yo me disponía a darme un festín con la hermanita pequeña de mi vecinita. Para empezar quería que entendiese que aunque tenia un cuerpo de puta de lujo el control lo llevaba yo. Así que le agarré con dulzura del cabello para que mi polla entrara hasta el fondo de esa boquita y empecé a follarle la boca sin descanso. Ella estaba a 4 patas entre mis piernas y por momentos parecía que se iba a ahogar pero no se quejaba en ningún momento. Yo le recordaba que era tan zorrita como su hermana y que su padre iba a darse cuenta que había criado a un par de rameras de lujo. Susana empezó a gemir, parecía que mis palabras la habían calentado. Su padre dejó de abrazar a Lidia, se dio la vuelta y se sorprendió de ver ante él a su niña pequeña limpiándole el rabo al vecino. Esta vez no se puso a sollozar, supongo porque intuía que tras de mí él se podría beneficiar a su hijita de 18 años. Susana parecía fuera de sí, no tenía demasiada experiencia pero si un cuerpo que quitaba el hipo. Sin poder evitarlo, me soltó la polla, su subió encima de mi y se clavó la polla de un solo golpe mientras gritaba como una verdadera zorra. Ante mis ojos quedaban ese par de melones que rápidamente me puse a saborear mientras Susana me cabalgaba sin descanso. Ella gritaba y gemía sin importarle la presencia de su padre. Mientras tanto a su padre la visión de su hija de 18 años cabalgándome le había vuelto a calentar y sin dar tiempo a Lidia a reaccionar, le dijo:

- Lidia, hija, Ponte a 4 patas que hace tiempo que le tenía ganas a tu culito. Y no te preocupes que pagaré el plus de romperte el culo guarra.

-

Lidia sonrió y se puso a 4 patas rápidamente. Susana que seguía cabalgando se empezó a correr como una verdadera puta. Gritaba y me arañaba y finalmente cayo exhausta encima de mi. El padre ya había empezado a encular a Lidia y me dio un poco de envidia, así que hice bajar del sofá a Susana y la puse a 4 patas y sin mediar palabra le clavé mi polla en ese culito que debía ser virgen porque estaba muy apretado. Ella gritó como una zorra pero pronto empezó a acompañar el vaivén de mis acometidas. La cara de Susana, a quien yo le estaba dando por el culo, y la de Lidia, que estaba siendo en enculada por su padre desde el otro lado, quedaron justo una enfrente de la otra, así que aprovecharon las dos para morrearse mientras nosotros las enculabamos. Su padre se volvió loco al ver la escena y empezó a encular con fuerza a Lidia mientras escupía e insultaba a las dos hermanas.

La situación estaba llegando al límite, mi polla ya estaba a punto de acabar y el viejo no debía estar mucho mejor. Las dos hermanas pararon de morrearse y se acostaron boca arriba esperando que nos corriésemos en sus bocas. El primero en correrse fue su padre, pero en realidad hubo poco margen entre nuestras corridas, con lo que casi pareció un solo chorro multiplicado por dos. Me preocupé de observar bien como nuestros chorros iban a parar a sus caras y sus tetas, que quedaron todas llenas de aquel líquido blanco y viscoso.

Las dos zorritas nos limpiaron las pollas y el padre se empezó a vestir y sacó un fajo de billetes que tiró encima de las dos hermanas que se estaban morreando de nuevo. Se alejó y salió del piso. Mientras yo, desnudo y con dos bellezas morreandose a mis pies pensaba en todas las aventuras que podía disfrutar teniendo a dos vecinas sumisas con cuerpo de modelos dispuestas a obedecer todas mis órdenes.

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